sábado, 28 de octubre de 2017

El Misterio (León Bloy)

Una de esas sentencias luminosas de Bloy da pie a una breve catequesis:


" El texto sagrado no es oscuro, sino misterioso. El Misterio es luminoso e impenetrable. La Oscuridad es esencialmente penetreble, puesto que el hombre puede realizar en ella más de una inmersión" (Diarios, 29-septiembre- 1894).


En el lenguaje cristiano, "Misterio" se refiere a Dios y es comprensible, aunque siempre supera la razón. Es decir, podemos atisbar mucho del Misterio, penetrar en él cuando somos conducidos por Dios y, de hecho, es Dios mismo quien nos ha revelado su Misterio.

Pero Misterio no significa lo que no podemos conocer, o lo que el hombre no puede alcanzar. Es luminoso, porque se refiere a Dios y Dios mismo nos lo va desvelando. Sólo en la vida eterna lo veremos cara a cara y comprenderemos todo y conoceremos todo.



El texto sagrado, es decir, las santas Escrituras, son misteriosas. Revelan la luz del Señor. La oscuridad sí es penetrable pero le corresponde al hombre descubrir y entrar. El esfuerzo recae sobre el hombre. Pero en el Misterio, el hombre sólo puede recibir.

Y con esto se aclara el papel de la razón y de la fe, de la gnosis auténtica y de la falsa gnosis. El cristianismo no son secretos impenetrables que asumimos sin entender, sino Misterio que se va revelando.

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