lunes, 30 de enero de 2017

El apostolado seglar en el mundo (I)

Llamados y santificados por el bautismo y la confirmación, todo fiel bautizado está ordenado, dirigido, enviado, al mundo. Allí se convierte en apóstol, misionero y testigo.


Cada cual se entrega y vive el apostolado según su propia vocación, es decir, un modo es el estilo propio de los sacerdotes, otro distinto el de los religiosos y consagrados y finalmente, un modo propio es el de los seglares.

¿Pero también los seglares, los fieles cristianos laicos, han de implicarse en el apostolado? ¿Por qué? ¿Para suplir el número insuficiente de sacerdotes o religiosos? Más bien por la fuerza propia de su vocación cristiana. No es una generosa concesión ni una tarea de suplencia, sino el desarrollo hasta sus últimas consecuencias de los dones de Dios en los sacramentos de la Iniciación cristiana.

Para hoy, para evangelizar hoy, para fecundar la vida del mundo con la fuerza del Evangelio, es necesario despertar al laicado, hacerle tomar conciencia de su propia vocación, de su propia misión.


"1. ¿Será necesario repetiros de entrada el parecido y la confianza que la Iglesia y que nosotros mismo tenemos puesta en vosotros, miembros escogidos del Pueblo de Dios, que sois según la enseñanza de San Pedro "linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido para pregonar el poder del que os llamó de las tinieblas a su luz admirable" (1P 2,9)?

El reciente Concilio ha subrayado cuál es vuestro lugar de laicos en la Iglesia, que no es ciertamente un lugar asignado por los clérigos bajo la presión de las necesidades apostólicas, sino un puesto orgánico, con un carisma y una responsabilidad específicos.


No dejéis de leer una vez más estos textos luminosos que son ciertamente el Decreto sobre el Apostolado de los Laicos, pero también la constitución Gaudium et Spes, y ante todo esa penetrante meditación de los Padres conciliares acerca del misterio de la Iglesia, la Constitución Lumen Gentium, que para cada uno de nosotros debería ser como el libro de cabecera.

2. ¿No estamos todos nosotros, clérigos y laicos, encarados hacia el mismo Señor, entregados a la misma tarea, interesados en participar, cada uno a su manera, en la construcción del Reino de Dios?

Nosotros no tenemos de necesidad de insistir acerca de esto delante de vosotros: sabemos que comprendéis muy bien la tarea específica de los ministros de Cristo, obispos, sacerdotes y diáconos, y sabemos que colaboráis con gran espíritu filial con ellos. Esto es para ellos el mayor consuelo que pueden encontrar en estos tiempos difíciles: la confianza que vosotros colocáis en su ministerio sacerdotal. Estad seguros de que ellos alimentan por vosotros, al igual que nosotros mismo, un amor profundo y una gran esperanza.

El apóstol debe descubrir la presencia
y la acción de Dios en los acontecimientos ordinarios


3. Vosotros sois de veras, vosotros queréis ser apóstoles auténticos, y habéis escogido, para este compromiso, militar en el seno de un movimiento de Acción Católica, que ha sido claramente aprobado por el Episcopado francés y suizo, tal como da testimonio de ello ante vosotros la presencia de muchos hermanos nuestros muy amados.

Por una parte, a través de la dedicación a las cosas temporales en todos los sectores de la vida familiar y social, vosotros trabajáis desde dentro para la santificación del mundo, para que estas realidades temporales correspondan cada vez más al plan amoroso de Dios (cf. LG 31). Al mismo tiempo, sentís la preocupación de revelar a vuestros hermanos, por medio de un testimonio directo, la faz de Jesucristo, el Salvador. Vuestro "cuarto de hora espiritual", la "revisión de vida", vuestro compromiso concreto, la participación en las reflexiones a diversos niveles de vuestro movimiento, nos parecen medios muy apropiados para esta ocupación apostólica. Puesto que si bien es verdad que se trata de mirar de cara las situaciones reales de los hombres de hoy partiendo de hechos y de gestos concretos, el apóstol debe ir más allá de este análisis hasta llegar a descubrir la manera como Dios mismo está presente y actúa, pero también para darse cuenta del pecado del hombre que se opone a la influencia del Espíritu Santo. En consecuencia, esta actividad de Dios se prolonga de manera connatural en vuestra acción apostólica, humilde, paciente y generosa, que ayuda a los hombres a entregarse a la levadura evangélica, activa ya en ellos sin que se hayan dado cuenta (cf. GS, 26, 4).

4. Sin negar el enraizamiento profundo de todas estas actividades en un ambiente social determinado -y que para otros militantes de Acción Católica constituye legítimamente el marco de su apostolado- vosotros os esforzáis por encontrarlas en el corazón mismo de aquellos campos de vida humana en los que de hecho se entretejen solidaridades de todas clases, en el plano de la familia, de la escuela, de la profesión, de las instituciones culturales, cívicas, políticas y de las comunidades eclesiales.

En efecto, nos parece necesario mirar cara a cara, tal como lo ha hecho la Iglesia en el Concilio, en la constitución pastoral Gaudium et Spes, los problemas planteados por estos diversos sectores de la vida: "los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de este tiempo" (cf. n. 1). Es aquí donde las conciencias iluminadas y convertidas, deberán actuar valientemente para que la sociedad de hoy, en vez de resbalar hacia disgregaciones fatales, se prepare para asegurar el bien de todo el hombre y de todos los hombres (cf. Populorum progressio, n. 14)" (PABLO VI, Discurso a una peregrinación de la Acción Católica de los hombres, 9-mayo-1970).               
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1 comentario:

  1. Gran Papa, cuyo magisterio es poco conocido, con excepción de la Encíclica Humanae Vitae (con la que estoy totalmente de acuerdo) y de la reforma litúrgica (que respeto y en la cual participo, aunque me gustaría que mejorara).

    Desde el Concilio Vaticano II se ha hablado y escrito mucho sobre el apostolado de los laicos. Un apostolado muy difícil de ser acogido por los no católicos; es decir, si Dios te ayuda, tu familia lo acoge, ya es mas difícil que lo hagan los amigos y casi imposible que lo reciban los compañeros de profesión, que tienen la cabeza llena de tópicos en relación a la Iglesia Católica.

    Ya que nos llamas hoy a tu servicio,haz que seamos buenos administradores de tu multiforme gracia en favor de nuestros hermanos (de las Preces de Laudes).

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