miércoles, 30 de diciembre de 2015

Los orígenes de Navidad; algo (poquito) de historia

Seguramente, todos hemos escuchado una explicación simple de porqué la Navidad es el 25 de diciembre. En el Evangelio no se señala ni qué mes ni en qué estación del año. Pero Roma hizo un intento audaz: cristianizar las fiestas paganas del Sol Invicto; situó el nacimiento de Cristo ahí, mostrando que Cristo es el verdadero Sol. Esto ocurrió a principios del siglo IV. Esta explicación es la más difundida y la más conocida.


            En Oriente, la fiesta de la luz se celebraba el 6 de enero, y ahí se situó, en la Fiesta de las Luces, el Nacimiento y la Epifanía del Señor. Aún hoy, las santas Iglesias Ortodoxas, celebran su Navidad el 6 de enero en vez del 25 de diciembre. Unen tres grandes signos –los veremos más adelante despacio-: la adoración de los magos, el Bautismo y las bodas de Caná.

            Pero hay otra explicación, más simbólica, más hermosa y puede que más histórica. Vamos al 25 de marzo. El 25 de marzo, según tradiciones muy antiguas de la Iglesia, trasvasando calendarios y cómputos judíos, fue el día del inicio de la creación, el día de la Encarnación del Verbo y el día de la muerte de Jesús en la cruz. Es día grande, día de inicio, de Pascua y de Vida.



            Los nueve meses exactos desde el 25 de marzo se cumplen el 25 de diciembre; por ese cómputo, la Navidad del Señor se situó en esa fecha. Algo de esto recoge san Agustín en algún escrito suyo.

            La fecha del 25 de diciembre posee otro valor simbólico: se ha producido el solsticio de invierno. Las horas nocturnas comienzan a decrecer, va ganando luz el día, poco a poco. Es un simbolismo muy conveniente para Jesucristo: nace el Sol de Justicia y las tinieblas del mundo se retiran. De nuevo traigamos aquí a san Agustín, que explica muchas veces el nacimiento de Cristo con este símbolo:

            “Nació del Padre sin tiempo; de la madre, en el día de hoy. Eligió para ser hecho este día que él había creado, del mismo modo que nació de la madre que él creó. Pues ese mismo día a partir del cual comienzan a crecer los días simboliza la obra de Cristo, por quien nuestro hombre interior se renueva de día en día” (Serm. 186,3).

            “Como la infidelidad había cubierto de tinieblas al mundo entero cual si fuera la noche, tenía que disminuir al aumentar la fe; por eso comienza a disminuir la duración de la noche y a aumentar la del día en la fecha misma del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. Tengamos, pues, hermanos, por solemne a este día, no por motivo de este sol, como los infieles, sino pensando en quien lo hizo” (Serm. 190,1).

            Poco a poco, la fiesta de Epifanía cobrará auge en Occidente –imitando a Oriente, enriqueciéndose con la sensibilidad espiritual del Oriente cristiano- y el ciclo de Navidad tendrá dos polos fundamentales: Natividad (25 de diciembre) y Epifanía (6 de enero).


1 comentario:

  1. Me gusta más la segunda explicación.


    Hijo de la Virgen María, ten piedad de nosotros (de las Preces de Laudes)

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