martes, 24 de marzo de 2015

Recapitulación sobre el Padrenuestro

Una mirada final, de síntesis, recapitula la gran catequesis sobre el Padrenuestro.

Miremos y consideremos qué ha dicho el Padrenuestro, qué contiene y cómo habremos de rezarlo piadosa, atenta y amorosamente.


La Oración dominical es riquísima, casi inagotable en su consideración, desvelando nuevos sentidos al meditarla, adquiriendo un sabor nuevo al cantarla o rezarla.

"n. 12. Después de habernos enseñado seis o siete peticiones en esta oración, el Señor, Maestro y Salvador nuestro, que conocía cuánto peligro entraña esta tentación para la presente vida, sólo ésta escogió para exponerla y encarecerla más ardientemente.

¿No hemos dicho acaso: Padre nuestro, que estás en el cielo? ¿Por qué una vez concluida la oración, no habló algo más, bien sobre la petición que puso en primer lugar, o sobre la última, o las que están en el medio, diciendo qué pasaría, por ejemplo, si el nombre de Dios no fuera santificado en nosotros, o si no llegásemos a pertenecer al reino de Dios, o si su voluntad no se hiciera en la tierra como se hace en el cielo, o si Dios no nos guardase de caer en la tentación? ¿Por qué no dijo nada de eso? ¿Qué fue lo que dijo? En verdad os digo que si perdonareis los pecados a los hombres, en conexión con: Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.

Pasando por alto todas las demás peticiones que nos enseñó, hizo hincapié en ésta. No era necesario encarecer mucho aquéllas. Si uno peca contra ellas sabe con qué curarse. Había que poner de relieve la que, una vez transgredida, elimina la posibilidad de curación para las restantes. Por todo lo cual debes decir: Perdónanos nuestras deudas. ¿Qué deudas? Nunca faltan; somos hombres: hablar un poco más de lo debido, decir algo indebido, reírse más de lo necesario, beber más de lo justo, comer más de lo conveniente, escuchar con agrado lo no conveniente, ver de buena gana lo no debido, pensar con deleite lo indebido. Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Pereciste si esto último perdiste.

n. 13. Ved, hermanos míos; ved, hijos míos; considerad lo que os digo. Luchad contra vuestro corazón cuanto podáis. Si vierais que vuestra ira se levanta contra vosotros, rogad a Dios contra ella.

Hágate Dios vencedor de ti mismo; hágate Dios vencedor no de un enemigo exterior a ti, sino de tu ánimo interior a ti. Él se hará presente y lo realizará. Quiere que le pidamos esto antes que la lluvia. Veis, en efecto, amadísimos, cuántas peticiones nos enseñó el Señor, y, entre todas, sólo una habla del pan de cada día, para que en cuantas cosas pensemos vayan dirigidas a la vida futura.

¿Por qué vamos a temer que no nos dé quien lo prometió al decir: Buscad ante todo el reino de Dios, y todas estas cosas se os darán por añadidura? Antes de que se lo pidáis, sabe vuestro Padre que tenéis necesidad de todo eso. Buscad ante todo el reino de Dios, y todas estas cosas se os darán por añadidura.

Muchos, en efecto, fueron sometidos a la tentación del hambre, y, hallados ser oro puro, Dios no los abandonó. Hubieran perecido de hambre si nuestro pan interior de cada día hubiese faltado a su corazón.

Anhelemos sobre todo ese pan. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Puede él contemplar con ojos misericordiosos nuestra debilidad y vernos según aquello: Acuérdate de que somos polvo. Quien hizo al hombre del polvo y le dio vida, entregó a la muerte al Hijo único por este barro. 

¿Quién puede explicar, o al menos pensar dignamente, cuán grande es su amor?"

(S. Agustín, Serm. 57, 12-13).

2 comentarios:

  1. El Padre Nuestro es la oración por excelencia porque Jesús dijo: rezad así. San Juan de la Cruz nos dice que “en él se encierra todo lo que es voluntad de Dios y todo lo que nos conviene”.

    No es una oración para repetirla de modo mecánico. Es una enseñanza de la actitud humana, espiritual y existencial que hemos de adoptar ante Dios y ante los hombres. A este respecto les dice santa Teresa de Jesús a sus monjas: “Hermanas, mirad que hacéis mucho más con una palabra de cuando en cuando del paternóster, que decirlo muchas veces y apriesa y no os entendiendo”.

    Padre, santifica tu nombre, ven a reinar

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  2. He intentado, como los Padres hacían, mostrar durante la Cuaresma su rostro bautismal, su preparación al Bautismo, explicando el Padrenuestro este año. Otros años es el Credo. Porque toda esta enseñanza miraba a su meta: que lo pudiesen cantar bien, por vez primera, en la Vigilia pascual, cuando, renacidos por el Bautismo eran de verdad hijos de Dios.

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