lunes, 9 de septiembre de 2013

Algunas virtudes

Quisiera traer algunas consideraciones breves respecto a ciertas virtudes.

Una somera presentación, una breve palabra, y ya entre todos sacaremos consecuencias, las matizaremos, añadiremos matices y sumaremos (probablemente) nuevas virtudes.

El horizonte de sentido cristiano no es "hacer el bien", porque se podría hacer algunas veces sí y otras no, sino llegar a "ser buenos" porque entonces siempre obraremos el bien. Es más que practicar una virtud ocasional, sino llegar a ser virtuosos y que esa virtud sea un hábito nuestro que orienta el actuar cotidiano. Hay está la transformación cristiana.

1) La autoestima.

Por supuesto, nada tiene que ver con la soberbia, sino con la verdadera apreciación de uno mismo, el confiado recurso a la propia valoración y amor de uno mismo, sano y limpio. Entre otras cosas porque si hemos de amar al otro "como a uno mismo", tendremos que saber amarnos de verdad.

"Comprendí que 
en cualquier circunstancia

Yo estaba en el lugar correcto...
En la hora correcta...
En el momento exacto...

Entonces me relajé.

Hoy sé que eso
tiene nombre: Autoestima"

2) Autenticidad. Las máscaras con las que podemos recubrirnos y disfrazarnos pretenden mostrar algo que es inexistente. Es una preocupación constante por ganarnos el afecto de los demás, su aprecio, su estima, su valoración, adaptándonos a unos y otros, cambiando la máscara según las exigencias del otro. Revela así una mirada muy poco sobrenatural sino excesivamente interesada en el orden natural que nos rodea. La autenticidad refleja la madurez y libertad de quien sabe que su Juez es sólo el Señor.

"Cuando me amé de verdad..

Me di cuenta
de que mi angustia
y sufrimientos emocionales
y los esfuerzos ridículos por decir a cada cual lo que quiere oír
y adaptar mi comportamiento y convicciones
según el grupo o la persona con la que me encuentro,

no pasan de ser una señal
de que voy
en contra de mis verdades.

Hoy sé que eso es Autenticidad".

3) La madurez personal incluye la aceptación de la propia realidad, asumiéndola gozosa y libremente, aun cuando no sea grata ni favorable. Esta aceptación se llega a realizar cuando la fe, la mirada sobrenatural, descubre la Providencia de Dios en todas las cosas y su plan salvador. Entonces uno se vuelve más libre, más sereno, "más hecho".

"Cuando me amé de verdad...

Dejé de desear
que mi vida
fuese distinta

y comencé a ver
que todo lo que sucede
contribuye a mi crecimiento.
Hoy a eso le llamo Madurez".

4) El respeto. Respetar ni mucho menos es compartir la actitud, la opinión o el error del otro; es ir más allá en la mirada y descubrir su dignidad como persona (y es a la persona a la que se le debe respeto) y saber esperar, con la virtud de la paciencia, que llegue a descubrir aquello en lo que tiene que cambiar, o aquella opinión que es errónea. El respeto, unido a la paciencia, conduce a la humildad: no se fuerza al otro, no hay imposición, sino convicción que se ofrece.

"Cuando me amé de verdad...

Comencé a entender
cómo es ofensivo forzar
alguna situación o a alguien
para realizar
mis deseos

aún sabiendo
que no es el momento
o que la persona no está preparada,
inclusive yo mismo.

Hoy sé que eso se llama Respeto".

5) Simplicidad. Lo complicado en la vida suele ser resultado más bien del pecado, mientras que la simplicidad es la virtud de los sencillos, de los que viven como hijos de Dios... o "infancia espiritual". La simplicidad se logra despojándose de orgullos, soberbias, proyección de uno mismo y se comienza a vivir en el presente que Dios ofrece. 

"Cuando me amé de verdad...

Dejé de temerle a mi
tiempo libre
y de hacer grandes Planes. Abandoné proyectos a muy largo plazo.

Hoy hago lo que considero correcto,
lo que me gusta, cuando quiero
y a mi propio ritmo.

Hoy sé que eso es Simplicidad".

6) La humildad. El reconocimiento de la propia imperfección y, por tanto, la sencillez de reconocer los errores cometidos, sin la fijación en querer llevar siempre la razón e imponerla a todos. Serena aceptación de que en uno mismo hay luces y sombras, gracia y pecado, aciertos y errores...

"Cuando me amé de verdad...

Desistí de querer
tener siempre la razón
y con eso
cometí menos errores.

Entonces supe lo que era la Humildad".


N.B. Cuando escribí esto supongo que sería hace unos meses o un año, no anoté el autor o el libro de esas reflexiones en tono poético; deduzco después de tanto tiempo que sería algo sin autor que leería en algún sitio y me agradó.

24 comentarios:

  1. Es verdad, Padre, que las palabras no son neutras. Lo de la autoestima es una de esas palabras a las que tengo alergia. Y es que cuando se le llama a todo cualquier cosa, pasa lo que pasa.
    Reconozco la precisión del concepto en los términos que expone. Por favor, sigaa con la lista de virtudes, a ver si me reconozco en alguna. Sigo rezando.
    Una vez más muchas gracias por todo. DIOS le bendiga

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    1. Antonio Sebastián:

      Creo que hay algo más de virtudes programado. Desde hace mucho, mucho tiempo, meses probablemente, no escribo nada en el blog, simplemente va saliendo lo que está programado.

      Una sana autoestima, rectamente entendida, es buena y necesaria.

      Saludos.

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  2. Siendo discutibles algunas de las premisas que preceden a cada conclusión parcial, lo que más me gusta de la reflexión parcialmente transcrita es la conclusión final: “No debemos tener miedo de confrontarnos, hasta los planetas chocan y del caos nacen las estrellas”. Conclusión que no es muy popular cuando se ha elevado el consenso y el diálogo, entendido como negociación, a la categoría de la mayor de las virtudes.

    Amarse a uno mismo y amarse de verdad es un mandato que Dios pronuncia unido al mandato de amar al prójimo porque lo opuesto a la autoestima no es la heteroestima. Una cierta confusión entre los católicos sobre este mandato ha sido contestada por la cultura moderna y postmoderna con un flagrante error: traducir autoestima por “yo soy así”; y la estima del otro por: respeto a "sus ideas". No, no es eso.

    La virtud, disposición habitual y firme del entendimiento y de la voluntad para hacer el bien, permite a la persona no sólo realizar actos buenos sino dar lo mejor de sí misma porque, como decía san Gregorio de Nisa, el objetivo de una vida virtuosa es llegar a ser semejante a Dios.

    El autor de la reflexión que contiene la entrada, al no realizarla en referencia a la verdad y al bien, olvida la primera virtud necesaria para amar en verdad: la prudencia, que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia el verdadero bien, propio y ajeno, el bien objetivo, y a elegir los medios rectos para realizarlo; ‘auriga virtutum’ la llamaron los romanos porque guía rectamente el juicio de la conciencia y a las otras virtudes (fortaleza, justicia, templanza, diligencia, ordenadas a la verdad y al bien). No es autoestima la comodidad, la arrogancia, el narcisimo, ni sólo un conjunto de habilidades para superar miedos y transformar sueños en metas alcanzables.

    Olvida, también, virtudes menores como la autosuperación y… el respeto lo dejo. Algún día tendrá que plantearse el ser humano, desde la virtud de la prudencia y movido precisamente por el respeto a la dignidad de toda persona,
    cómo conjugar el respeto a la dignidad de cada persona con la obligación de evitar la propagación del error y sus consecuencias.

    En oración ¡Qué Dios les bendiga!

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    1. Julia María:

      Será de los días en que estoy torpe de neuronas, pero la frase inicial de su comentario me desconcierta -y casi casi me molesta-: "Siendo discutibles algunas de las premisas que preceden a cada conclusión parcial"... ,¿Se refiere a las del poemita o a lo que es mío, de mi propio cuño?

      En sus matices sobre la autoestima, por supuesto estoy de acuerdo.

      La prudencia no viene tratada... sólo algunas virtudes sueltas. Coincido, claro, en el papel de la prudencia que espolea o modera, indica el cómo y el cuándo... ¡qué importante, qué desconocida!, y a la vez, cuánta confusión si se piensa que prudencia es equivalente a ser timorato...

      Pero serán mis neuronas hoy y por eso no capto todo su comentario, o será, y no está mal, que hoy le tocaba disentir conmigo para que no me acostumbre a estar siempre de acuerdo.

      Saludos.

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    2. Perdóneme don Javier, me refería, por supuesto, a la reflexión que no es suya, creí que quedaba claro con la precisión que se hace en la segunda línea: "reflexión parciamente transcrita".

      ¿Cómo ha podido imaginarse que pudiera referirme a sus catequesis? En ningún caso me expresaría de ese modo, primero por aprecio a vd; segundo, por respeto a su condición sacerdotal.

      En todo caso, no se puede imaginar cuanto lamento haberle disgustado.

      Por otra parte, me he referido a otras virtudes porque me parecía que la entrada nos invitaba precisamente a hacerlo; no pretendía, en ningún caso, salirme del tema.

      Buenas noches.

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    3. Entonces, tranquila, porque son mis neuronas.

      ¿Recuerda al personaje Hercules Poirot (que a mí me encanta)? Él hablaba de las células grises... pues yo las debo tener multicolores hoy y no me entero de nada. Discúlpeme pues.

      Tampoco he dicho (o será que tampoco me expreso bien hoy, y que puede ser, vamos) que se salga del tema.

      Faltan virtudes conexas a las tratadas.

      Los comentarios deben ampliar campos y eso lo hace vd. perfectamente y es una gran ayuda.

      Repito: las células grises que las debo tener hoy multicolores...

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    4. ¡Vaya susto que me ha dado! Mi corazón ha dado un salto y no es metáfora. Siempre aceptaré su corrección como sacerdote y como amigo pero no dude de mi absoluta lealtad.

      "Esta se la guardo; mi venganza será terrible". Imagínese largas, largas, larguísimas exposiciones de argumentos y fundamentos... ¡Menuda indigestión! (Risas).

      A mí me gusta mucho Hércules Poirot y a mis hijos también. Agatha Christie ha sido casi una institución en las lecturas familiares.

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    5. Vaya, yo también tengo predilección por Hércules Poirot, pero después de leer los relatos sobre el Padre Brown, el señor Poirot se me queda un poquitín desteñido y alambicado.

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    6. Julia María:

      Despejado el susto, ¿no?

      Miedo me da de su venganza """terrible""". No me asuste, que estoy ya mayor para esos trotes (jejejeje)

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  3. Supongo que la única forma de conjugar el respeto a la dignidad de cada persona, con la obligación de evitar la propagación del error y sus consecuencias es el AMOR. AMANDO. CRISTO nos lo dejó muy claro. Alabado sea DIOS.

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    1. Puede que no me haya explicado bien, Antonio. El respeto a la dignidad del ser humano va, para mí, mucho más allá de lo que se suele denominar respeto a un concreto hombre que sea mi contemporáneo y que con sus “ideas” esté difundiendo el error, pues los errores traspasan el tiempo en la historia y el espacio en nuestra aldea global trasladándose, con consecuencias desastrosas, a través de generaciones de hombres cuya dignidad también debemos respetar con el mismo afán, al menos, que preconizamos para el respeto al contemporáneo errado.

      Vamos, que no estoy en absoluto de acuerdo con el concepto de respeto al uso porque el respeto a la dignidad del hombre debe alcanzar a todo hombre, contemporáneo o no y existe un enorme vacío en cuanto a la reflexión relativa a detener la propagación del error por respeto a la dignidad de los que, por venir detrás de nosotros, nacerán y crecerán en una sociedad plagada de errores que, no olvidemos, les vamos a imponer; es otra forma de imposición.

      Se habla mucho de dejar a nuestros niños y a los que nos sucedan una naturaleza sin contaminar pero nada se dice, ninguna acción eficaz se propone, en aras a trasmitir una sociedad sin contaminar; pues "estupendo", puede que sus pulmones respiren un aire más puro pero su entendimiento, su voluntad, su corazón ¿qué imposición respirarán?

      Suele vd referirse en sus comentarios al amor pero, si no lo concreta, no puedo saber a que se está refiriendo exactamente en su comentario. Como decía santo Tomás, si no acotamos el objeto del debate no podemos argumentar ni en favor ni en contra.

      Un saludo.

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    2. En el debate, o diálogo, es verdad, y subrayo, que se confunde el respeto inalienable a la dignidad del ser humano -a imagen y semejanza de Dios- con aceptar sus opiniones incluso sus errores sin iluminarnos ni refutarlos.

      Sería, en sentido amplio, lo que dice san Agustín: odio al pecado, pero amor al pecador. Pero amar al pecador no es aceptar su pecado y disculparlo, callándolo, sino ayudarle a enmendarse y descubrir la verdad.

      Aconsejo leer la "Dignitatis humanae" del Concilio Vaticano II y lo correspondiente en la Constitución Gaudium et Spes.

      Saludos... y sigan charlando entre ustedes...

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  4. Julia María, lo de concretar lo del AMOR, yo no lo sabré hacer muy bien, así que me remito a QUIEN lo concretó del todo. EL no solo nos lo explicó muy bien, sino que nos puso un ejemplo en carne propia. Yo no sé que más concreción hacer, y es que después de eso me quedo sin palabras.
    Le podría poner un ejemplo personal para concretarlo, pero seguro que no le sirve de mucho. A veces cuando paseo por las calles de Córdoba, en verano, cuando el calor más aprieta, pongamos a las 16:00 del día 23 de agosto. Pues como escribía, a veces me encuentro con algún turista desconocido, y se me pasa por la cabeza la siguiente pregunta:"¿Daría la vida por el, si en este momento se diera la circunstancia?". Mi respuesta es casi siempre una razonable duda. Y entonces me da por pensar que hay algo en mi que frena la GRACIA. Esa GRACIA que está ahí deseando transformarnos. De ese AMOR hablo, pero es que no creo que haya otro. ¿Nosotros los creyentes, de qué otro AMOR podemos estar hablando o escribiendo?. Dudo mucho María Julia que lo que he escrito pueda concretarle más la cosa, si acaso oscurecerla. Porque nadie puede concretar más el AMOR, que CRISTO, los demás, yo particularmente, tiendo a oscurecerlo. Lo siento, Julia María, no se como concretarlo mejor. Porque como poder iluminar errores sin ese AMOR, como se puede refutarlos sin ese AMOR. Yo tal vez erróneamente, tiendo a percibir el AMOR, como acción, sino hay acción, me da por pensar que es amor de baja calidad. Si un desconocido me pidiera por la calle, pongo por caso, 1500 euros, ¿iría corriendo al banco y se los daría si los tuviera? Porque vamos a ver, ¿es un hermano o no es un hermano? Si es un hermano es un CRISTO. Es CRISTO. Como sabe, Julia María acabo de leer el San Francisco de Asís de CHESTERTON, tal vez me he contagiado.

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    1. Antonio, Al entrar en el blog para el rezo de Laudes, leo su comentario. Estábamos hablando de conjugar el respeto a la dignidad del hombre contemporáneo, que esparce el error, con el respeto a la dignidad del hombre que sufrirá ese error por trasmisión ya que recibirá, nacerá y/o vivirá en una sociedad que se lo intenta imponer y se lo impondrá. Sus ejemplos respecto al amor en nada se refieren a este tema.

      Por partes para que mis palabras no creen confusiones.

      En la historia reciente hemos dicho acertadamente "no" a la imposición más o menos violenta de la verdad; entiéndase como “imposición más o menos violenta": guerra, violencia física, estado político cristiano… El problema es que esto ha conllevado la proliferación y sedimentación del error porque lo acertadamente suprimido no ha sido sustituido por acciones adecuadas para detener tal proliferación y sedimentación, permitiendo la constitución de sociedades humanas que se fundamentan orgullosamente en una antropología errada.

      Este tipo de sociedad se pretende extender desde occidente a todas las comunidades humanas y trasmitirla a las generaciones futuras. El daño a las generaciones jóvenes ya es grave y será más grave para las generaciones venideras a las que, material y formalmente, se les impondrá el error sin que hayamos hecho lo suficiente para remediarlo. Somos responsables de ellas, amo a esas generaciones futuras formadas por hombres que gozan ya en el amor de Dios de la misma dignidad que mis contemporáneos. Y me importan no sólo por mis futuros nietos, ni por mera solidaridad humana, sino porque estoy convencida que Jesús nos comprometió a cortar la cadena del mal que separa al hombre de Dios.

      A veces se me esgrime en contra de “mi preocupación” el argumento siguiente: los primeros cristianos también vivían en una sociedad plagada de errores y, aún así, el cristianismo se extendió por todo el mundo. Cierto, pero en esa época no existían los planes obligatorios de educación ni los medios de información de masas se introducían en el hogar, sin olvidar el indudable efecto para la extensión del cristianismo de los actos de los emperadores Constantino y Teodosio ni el claro interés de los reyes “bárbaros”, extranjeros pero no tontos, en mantener la cohesión que conllevaba la fe cristiana en el pueblo. Mucho se podría hablar al respecto pero nos desviaríamos del tema.

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    2. En cuanto a sus ejemplos. No oscurece vd nada; dice, y dice bien, que Jesús explicitó el amor en carne propia. Muy cierto, en su vida terrena y de modo especial en la cruz, y lo hizo para cortar la cadena del mal que conecta las generaciones. Jesús lo hizo por amor, a su Padre y al hombre pero a todos los hombres, no sólo a sus contemporáneos: por amor a mí, murió por mí, murió por mi salvación ¿Entregaría la vida yo en el mismo Espíritu de Jesús, llegado el caso? Dios me ayude, sí ¿Hay algo más importante que hacer?

      Pone vd ejemplos límite que suscitan, en consecuencia, respuestas extremas. Le propongo el mismo ejemplo que puso Cristo, tomando sus palabras literalmente. - Y si me encuentro al hombre herido al borde del camino como se encontró el samaritano ¿le auxiliaría?- Si, con miedo a una posible trampa, pero sí; no pasaría de largo, le prestaría auxilio.

      ¿Moriría por un turista desconocido? Pues depende. Por relajarnos, imagínese una película: se dispara la pistola y te pones en medio de la trayectoria, el coche va a atropellar al peatón y te lanzas sobre él en plancha. Dada mi personalidad tendente a lo extremo es posible que lo hiciera, sobre todo si se trata de un niño, pero se trataría de heroísmo (que en sí mismo no es malo) más que de amor cristiano.

      En cuanto al desconocido que me pide 1500 euros ¿correría al banco porque es un hermano?

      Primero, sólo es mi hermano si es cristiano, si está bautizado con bautismo reconocido como válido por la Iglesia Católica; en otro caso es mi prójimo pero no mi hermano, es de la “misma carne”, de la misma especie, un ser humano, al que debo amar como me debo amar a mí. Lo que nos convierte en hermanos es tener un mismo Padre, Dios; la paternidad común mediante el bautismo, que nos hace hijos en el único Hijo, es la que produce la fraternidad, y en razón a ello nos dijo: amaos como os he amado.

      Segundo, El amor de Jesús fue efectivo para combatir el mal: el paralítico se levantó, el muerto volvió a la vida, la hemorroísa se curó, los que tenían hambre se saciaron; es decir procede preguntarse sobre el bien real de la otra persona ¿Por qué y para qué precisa el dinero? ¿Le produzco un bien entregándole el dinero o precisa ayuda más allá del dinero? ¿Lesiono el presupuesto familiar (mi primera responsabilidad) si le entrego el dinero? ¿Debo recabar colaboración económica o de otra índole? Hace un tiempo supe que una niña católica en un determinado país necesitaba urgentemente una operación de elevado coste; moví cielo y tierra para encontrar una organización que corriera con todos los gastos. Cuando lo conseguí y me pidieron la dirección para contactar con la familia, ésta se negó a salir de su país para que operaran a la niña, sólo aceptaban el dinero. Como se puede imaginar ninguna de las personas a las que yo podía recurrir en demanda de ayuda estaba dispuesta a darle dinero después de tal respuesta de la familia.

      Citaba en mi primer comentario la virtud de la prudencia; el amor cristiano, a mi juicio, no consiste en dar o morir como hecho en sí, no es altruismo ni heroísmo, sino dar y hasta morir por la gloria de Dios y la salvación de los hombres, actuar en el mismo Espíritu que movió a Cristo. Cuando Juan Pablo II canonizó como mártir a san Maximiliano Kolbe surgió un debate al respecto: ¿mártir o confesor? Para el Papa, san Maximiliano expresando “soy sacerdote católico” cuando solicitó el cambio de víctima, evangelizó, entregó la vida en el mismo Espíritu de Cristo.

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    3. Por fin termino aunque le parecerá increíble. En torno a Francisco, la mitad de mi formación escolar es franciscana, la otra mitad carmelitana. Al santo de Asís sólo es posible imitarle si uno se desnuda totalmente como hizo él y no estoy hablando de modo analógico sino gráfico, plástico. Francisco ha sido muy utilizado pero muy poco seguido en su radicalidad porque lo de “hermana pobreza” y “hermano lobo” suena muy lírico pero no es para todos; mezclar las sobras recogidas pidiendo puerta a puerta y comerlas conteniendo el asco no es para todo estómago. Francisco y Clara siguieron ese camino en sus circunstancias, en su psicología, en la llamada personal que les hizo el Señor. Tampoco la sociedad ni la Iglesia de hoy son las mismas que las de la época de estos santos.

      Recuerdo, por terminar con un anécdota distendida que compense en algo el aburrimiento que le haya podido producir, unos ejercicios espirituales ignacianos. Nos contaba con una sonrisa el sacerdote jesuita que en su noviciado se les hablaba de un jesuita irlandés muy santo que por penitencia se lanzaba a las aguas heladas de un río; él, al oírlo, pensó desconsolado: nunca podré ser santo. No, la llamada particular de Francisco no es ni la propia de todo católico ni la mía; resultaría bastante extraño que Dios me llamara a ello siendo madre de familia, creo que mi confesor habitual dudaría de la veracidad de esa llamada.

      Lo dejo aquí; disculpe lo prolijo del argumento, quizá se imponga para mí un tiempo de reflexión ¡Qué Dios le bendiga!

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    4. Como siempre le agradezco sus palabras. Yo tiendo a pensar que todos los hombres son hijos de DIOS, y por lo tanto hermano nuestro. Es el AMOR de DIOS lo que nos hace hermanos. Lo que nos hace hermanos es que DIOS murió por todos sin excepción. Cada uno tiene una relación personal con DIOS. Es personal e intransferible. Solo DIOS puede ver el interior del alma humana. En cuanto a la radicalidad evangélica, puede que se concrete de unas formas o de otras, pero radical ha de ser. Sin duda el AMOR no es incompatible con el INTELECTO. CARIDAD y RAZÓN. Pero en cuanto a los 1500 euros, intuyo que hay una virtud que es el desprendimiento, en esa línea va mi comentario. Por supuesto que también podemos hablar del desprendimiento descerebrado. Pero me da por pensar que el desprendimiento franciscano es un gran don de DIOS. Sigo rezando. DIOS la bendiga.

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    5. Su respuesta me obliga a que recordemos el Catecismo, la fe de la Iglesia, que nos enseña quienes son hijos de Dios al referirse al sacramento del Bautismo:

      1243. La vestidura blanca simboliza que el bautizado se ha revestido de Cristo (Gálatas) … El nuevo bautizado es ahora hijo de Dios en el Hijo Único. Puede ya decir la oración de los hijos de Dios: el Padrenuestro.

      1250…los niños necesitan también el nuevo nacimiento en el bautismo… la Iglesia y los padres privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios si no le administraran el Bautismo poco después de su nacimiento.

      1265 El Bautismo… hace también del neófito "una nueva creatura" (2 Co 5,17), un hijo adoptivo de Dios (cf Ga 4,5-7) que ha sido hecho "partícipe de la naturaleza divina" (2 P 1,4)…

      1270 Los bautizados renacidos [por el bautismo] como hijos de Dios están obligados a confesar delante de los hombres la fe que recibieron de Dios por medio de la Iglesia (LG 11)…

      1271. … Por consiguiente, el bautismo constituye un vínculo sacramental de unidad, vigente entre los que han sido regenerados por él (UR 22)

      Antonio, es fundamental que todos los católicos seamos conscientes que la fe católica es la fe de la Iglesia y no nuestra opinión personal.

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    6. Julia María:

      Ha conseguido vd. incitarme a escribir y mire que me estaba aguantando y reservando. Su comentario es rigurosísimamente cierto y sin embargo, políticamente incorrecto.

      ¡Qué lío se traen todos con la filiación divina! Imparto, entre otras, la asignatura de "Bautismo y Confirmación" y hay que abordar ese punto crucial con suma delicadeza para que los alumnos no salgan rebotados o espantados gritando: "¿que todos no son hijos de Dios????"

      Si fuésemos hijos de Dios por naturaleza, ¿de qué valdría la redención, la adopción filial? ¿Y cuál sería el contenido real del Bautismo? ¿Explicitar lo que ya éramos por naturaleza? ¡Absurdo?

      Pero resaltar eso hoy no es políticamente correcto. Se lo advierto...

      Saludos.

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    7. Gracias por la advertencia. Siempre allí, donde llueven las piedras por estar con Cristo en la Iglesia que camina desde hace 2000 años, se siente una cierta soledad amortiguada por algunos encuentros gozosos que fortalecen mi fe. "Cantaré aunque nadie me comprenda, aunque me lluevan las piedras, en el medio de tormentas, cantaré". Dice un amigo: "el que no obedece, desafina".

      Buenas noches.

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  6. Julia María, Padre Javier; No tengo ningún problema en que teológicamente solo los bautizados sean hijos de DIOS. Porque como ya saben la Teología es algo que desconozco y no escribo desde la Teología. Solo hablo de la actitud interior en el acecamiento a los demás, y más concretamente a los alejados. Y una actitud hacia los demás, no es una opinión personal. Son tan solo pautas. ¿O acaso DIOS no quiere que todos los hombres sean sus hijos? Si no lo es ¿De qué valdría la Redención, la Adopción Filial? En lo que si puedo estar totalmente equivocado es en creer, que una actitud hacia el otro, no sea una opinión personal. Es posible que la actitud hacia el otro sea una opinión personal, y entonces si que estoy en un error, en un profundo error.
    Y en lo de políticamente correcto, eso es algo en lo que dejé de pensar hace mucho. Muchas gracias a los dos por sus comentarios. Por eso, si que les agradecería que me precisaran y aclararan el error. Si, ciertamente me gustaría mucho que profundizaran en esa distinción. Una vez más muchas gracias a los dos. Sigo rezando. DIOS les bendiga

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    1. Precisión: el Catecismo no es teología. El Catecismo es el compendio de toda la doctrina católica, Depósito de la Fe como dice la Constitución Apostólica Fidei Depositum que ordena su publicación.

      Reflexionar sobre “la actitud” y su relación con el pensamiento, sentimiento, aprendizaje, creencias y opinión, nos introduciría en un análisis psicológico de cada una de estas categorías y de su interrelación (están íntimamente relacionadas y subordinadas) que, a mi parecer, excede de la finalidad de este blog.

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  7. Para finalizar, solo podría escribir que aunque los no bautizados no sean hijos de DIOS, creo que pudiera ser muy conveniente acercarse siempre al otro (bautizado o no) como a un hermano. Y yo solo hablo de eso. Alabado sea DIOS. En fin, ya me explicarán, tan conciezudamente como siempre lo hacen si mi actutid es herética.

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