lunes, 26 de agosto de 2013

Eucaristía: Cruz y sufrimiento

En el sacramento eucarístico confluyen la Cruz de Cristo con la pequeña cruz de cada cristiano. Es el sacrificio pascual del Señor, la actualización de la obra de la redención mediante la cual hemos sido salvados. 


La Cruz de Cristo y su Pascua se hacen presentes en el altar, mediante el pan y el vino separados, su Cuerpo y su Sangre, que es fraccionado, repartido, entregado. Pero es que la Cruz misma de Cristo ilumina y sostiene la cruz que cada cual toma sobre sí en seguimiento diario del Señor.

La Eucaristía sostiene, ayuda, consuela, redime y da luz a la cruz personal, al sufrimiento, ofreciendo todo lo que se vive como oblación y uniéndola a la verdadera y santísima Oblación de Cristo. Hay una dimensión ofertorial de todo dolor y de todo sufrimiento para ser entregado a Cristo en favor de todo su Cuerpo. La Eucaristía requiere la propia ofrenda para unirla a la de Cristo.

Pero esta ofrenda personal de la cruz y del sacrificio de cada día recibe, por su parte, una iluminación: el sentido profundo de lo que se vive iluminado por el Misterio pascual del Señor. El sufrimiento no es estéril ni infructuoso, sino fecundo y sobrenatural, y lo descubrimos con una mirada sobrenatural en la Eucaristía celebrada y adorada.

Entonces, implicados personalmente en la obra de la redención de Cristo por el sufrimiento unido a la Cruz de Cristo, en la Eucaristía hallamos el consuelo, el sostén, el alimento, para proseguir, para vivir. La Eucaristía es, ciertamente, el viático para los que caminan, el alimento de los peregrinos. Y es también el alimento que fortalece cuando uno se va debilitando, como el Señor alimentó a Elías: "come, el camino es superior a tus fuerzas".

Vivir la cruz sobre nuestros hombros sólo será posible cuando, con espíritu de fe, descubramos el valor salvífico de la propia cruz con el prisma de la Eucaristía y cuando sea el sacramento de la Eucaristía el alimento y consuelo en los momentos arduos y duros.

"La eucaristía es también y principalmente el sacramento que nos otorga las gracias necesarias para la lucha cotidiana, para los sufrimientos cotidianos y para las tareas que cada día nos impone la profesión, que equivale para nosotros al trabajo peculiar dentro del lugar que Dios nos ha asignado en el cuerpo místico de Cristo... 

La cruz diaria de una auténtica vida cristiana ha de recibir su sentido y valor salvíficos especialmente de la unión con el sacrificio de la cruz... Así la eucaristía es la fuente de la mística cristiana del dolor" (AUER, J., Sacrmaentos. Eucaristía, Curso de teología dogmática, tomo VI, Barcelona 1982, 2ª ed., p. 317).


2 comentarios:

  1. Cruz y sufrimiento, Padre Javier, ¡qué forma de forjar la FE!. Esa FE que inexorablemente se transforma en acción. En acción contundente, y que es lo que construye cada uno de los fragmentos que son vida. Alabado sea DIOS.

    Continúo rezando. DIOS le bendiga.

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  2. "La Eucaristía... es principalmente el sacramento que nos otorga las gracias necesarias para la lucha cotidiana... La cruz diaria de una autentica vida cristiana ha de recibir su sentido y valor salvíficos especialmente de la unión con el sacrificio de la cruz...".

    Reconocer a Jesús como Señor y seguirle hasta la cruz no es nada fácil; cambiar la orientación de la vida (convertirse) y adherirse a Él, a su proyecto de anuncio del reino de Dios, cueste lo que cueste, lleva implícita la cruz, la puerta estrecha, el bautismo de sangre y fuego... Porque Jesús lo sabe, Él mismo viene en nuestro auxilio, dándonos a comer su carne y a beber su sangre en la Eucaristía, nuestra fuerza.

    ¡Qué catequesis tan bonita!

    En oración ¡Qué Dios les bendiga!

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