sábado, 21 de julio de 2012

Sugerencia para lectores (V) - al servicio del texto

Estás al servicio del texto

Antes de leer, fíjate en cómo es la estructura del texo;
localiza las expresiones o las palabras importantes.

Un texto viene a ser como un paisaje, es decir, forma un conjunto:
no lo disgregues, expresa su unidad, comunica su sentido poético.

Tú ves la puntuación del texto, pero quienes te escuchan no la ven:
esperan que seas tú quien les ayudes a entenderlo.


Un relato, un texto meditativo, un himno triunfal,
la oración de un salmo:
su tono es diferente, así como su estilo.
Tú solo te darás cuenta, si has interiorizado su contenido.
Lectura y salmo no son lo mismo:
o bien hay que cambiar de lector o bien hay que cambiar el tono.

Algunos "trucos" para leer bien

¡Cuidado con los soniquetes, como se les dice a menudo a los niños!
Procura cambiar el tono de tu voz lo justo, que sea casi rectilínea
("¡sin hacer teatro!").

Ante un inciso, ante un paréntesis:
cambia ligeramente la altura del tono para hacerlo notar.
No grites: ¡ar-ti-cu-la! No deletrees: ¡habla!

Acentúa ciertas palabras para darles más valor:
Bendito sea Dios!", "¡Ha resucitado el Señor!",
pero no en exceso, porque lo excesivo hace el efecto contrario...




Las consonantes son como el esqueleto del texto:
hay que pronunciarlas bien, aunque sin dureza;
las vocales le dan la carne: procura hacerlas abiertas y sin arrastrar.

Cuidado con escamotear ciertas consonantes
o con unir aquellas vocales que son muy cercanas.
Haz siempre una pausa antes de la primera palabra de una enumeración:
"...que será derramada / por vosotros / y por todos los hombres...".

Marca bien el comienzo de una interrogación:
"¿Quién acusará a los elegidos de Dios?", "¿Eres tú quien lo dice?"

No bajes el tono de voz al final de una frase: mantenla sostenida.
Para hacer presentir el final del texto, alarga lo justo las últimas palabras.

Si tienes un micro

Ten en cuenta que el micro no disminuye tus defectos,
al contrario, los amplifica,
pues lleva tu voz a través de toda la iglesia,
con su potencia o... su escasa potencia.

Ajusta el volumen con tranquilidad, en función de tu estatura,
de tu voz y de la distancia que mantienes con respecto al micro.
Cuando sea necesario cambiarlo de lugar o manipularlo,
hazlo después de cerrarlo".

(CNPL - Francia, Proclamar la Palabra, CCS, Madrid 2010, pp. 56-57).

7 comentarios:

  1. Y no imites a nadie aunque te parezca, y quizá lo sea, mejor lector que tú porque el corazón se entrega, se comparte, se acepta; de otro corazón se aprende, pero el corazón es inimitable y toda imitación da lugar a una falsa copia.

    "De lo que abunda en el corazón, habla la boca". Para hablar es necesario llenar el corazón hasta que rebose, rebosante, Dios lo ensancha y cuando logras volverlo a llenar, lo ensancha otra vez…., un ensanchar y llenar infinito.

    Cuenta un fraile dominico que cuando un conductor se paró correctamente ante un semáforo que cambiaba del verde al ámbar, la conductora del coche que le seguía aporreó el claxon, lanzando estruendosos improperios. Un policía se acercó, miró detenidamente el coche y la pidió que bajara, se la llevó a comisaría y la encerró en un calabozo. A las 3 horas, se abrió la puerta del calabozo y el mismo policía le dijo: Señora, lamento mucho este error. La mandé bajar mientras usted se encontraba tocando la bocina fuertemente, queriendo pasarse por encima al automóvil del frente, maldiciendo, gritando improperios y diciendo palabras soeces. Mientras la observaba, me percaté que de su espejo retrovisor cuelga un rosario, su coche trae una pegatina que dice “Amo a Jesús”, tiene un letrero de ” Yo escojo la Vida”, y el emblema cristiano del pez. Como era de esperar … supuse que el auto era ROBADO.

    Me imagino su posible oración “desesperada”: ¡Señor! ¿esta mujer no se calla ni debajo del agua? Y la respuesta envuelta en una gran sonrisa divina: Si yo te contara…

    Perfectas recomendaciones para los lectores.

    ¡Qué Dios les bendiga!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Señora Letrada:

      Está vd. en pleno uso de la palabra. No rezo para que se calle, ni mucho menos. Argumente y muestre sus pruebas periciales con toda tranquilidad.

      También ha de saber, señora letrada, que llevo una buena semana por dos acontecimientos-momentos. Así que, dada esa felicidad personalísima, hable, hable, que no me voy a desesperar.

      Eliminar
    2. Comparto su felicidad y doy gracias a Dios por esos acontecimientos-momentos.

      Corrección: la respuesta exacta que le da el Señor en su oración imaginada por mí es: Amigo mío, si yo te contara... (a veces mis dedos en el teclado y mi mente no se coordinan). Dios inventó el humor y yo me rió mucho con Él.

      Un saludo

      Eliminar
  2. Padre, creo que esto que comenta no es cosa fácil, a pesar de la brevedad con que expone la cosa. Muchas gracias por los consejos. DIOS le bendiga.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Fácil no, probablemente. Pero sí directrices para quienes tenemos que leer en público la Palabra divina y una ayuda para equipos de liturgia, catequesis, etc., que así se pueden ir formando y educando.

      Saludos cordiales!!

      Eliminar
  3. GRACIAS POR ESTOS CONSEJOS!LEER LA "PALABRA DE DIOS" NO ES IGUAL A LEER CUALQUIER ARTÍCULO ES "PALABRA DE DIOS",NADA MÁS NI NADA MENOS.
    QUE TENGA UN BENDECIDO FIN DE SEMANA

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. María Nancy:

      Eso es lo que me gusta dejar claro: no es lo mismo leer cualquier otro texto que leer la Palabra divina en la acción litúrgica. Hay que saberlo hacerlo, hay que saberla comunicar y hay -además- que empaparse previamente por esa bendita Palabra.

      Jamás "participar" será dejar que cualquiera lea, sino aquellos que sí saben leer en público, en voz alta, y con unción.

      Un saludo cordial.

      Eliminar