sábado, 28 de julio de 2012

Pensamientos de San Agustín (XII)

Alumnos de un gran maestro, nos apretamos en torno a su cátedra, aguzamos el oído y procuramos hoy no desperdiciar ninguna migaja de sus palabras.

Es llamado san Agustín el Doctor de la Caridad por la extensión y profundidad de su predicación y sus escritos sobre la caridad. Para él, la caridad es el medio por el que se sube desde la humildad de lo que somos, ya que mediante la caridad descendió Quien es nuestra salvación.

En el camino, avancemos por la sendas de la caridad.
Tus pies son la caridad. Ten dos pies, no seas cojo. ¿Cuáles son los dos pies? los dos preceptos del amor: el de Dios y el del prójimo. Con estos pies corre hacia Dios, acércate a Él, porque Él te exhorta a correr y Él de tal modo derrama su luz, que puedes magnífica y espléndidamente seguirle (San Agustín, Enar. in Ps. 33, 8.2, 10).
La caridad se muestra, se verifica, en las obras, en el actuar cristiano cotidiano.
Elimina la fe: desaparece el creer; suprime el amor: desaparece el obrar. Fruto de la fe es que creas; fruto de la caridad, que obres (San Agustín. Sermón 53,11).
El hombre ante Dios es, siempre, mendigo y a la vez oferente. ¿Qué se le puede ofrecer a Dios? ¿Qué se le puede entregar? Nada externo a uno mismo. En la misma liturgia celebrada, la ofrenda es la de la propia persona que junto con Cristo se ofrece al Padre: "Por Cristo, con Él y en Él..."
Tienes ya algo que ofrecer. No eches la vista a tus rebaños ni prepares navíos para ir a naciones lejanas en busca de aromas. Busca en el interior de tu corazón aquello que es agradable a Dios. Hazte un corazón contrito (San Agustín, Sermón 19,3).
Es el corazón, entonces, que se entrega a Dios: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad". La ofrenda para Dios es la ofrenda del propio corazón. El cristiano, manteniendo su corazón íntegro por la fe y la caridad en medio del mundo, sufre un martirio incruento, es un testigo en medio del mundo.
Los premios celestiales no se prometen sólamente a los mártires, sino también a quienes siguen a Cristo con fe íntegra y perfecto amor. Estos serán honrados entre los mártires (San Agustín. Sermón 303,2).
La renovación de todas las cosas ocurre por la Pascua. Al hombre le alcanza por la novedad del Bautismo. En el Señor resucitado, todo es nuevo, y vivir en Cristo es vivir una novedad: la novedad de un corazón nuevo, una caridad nueva. Entonces se cumple el versículo sálmico: "Cantad al Señor un cántico nuevo" (Sal 95).
Desnudaos de la vejez, pues conocisteis el cántico nuevo. Nuevo hombre, nuevo Testamento, nuevo cántico. No pertenece a los hombres viejos el cántico nuevo; éste sólo lo aprenden los hombres nuevos que han sido renovados de la vejez por la gracia, y que pertenecen ya al Nuevo Testamento, el cual es el reino de los cielos (San Agustín, Enar. in Ps 32,2).
El hombre actúa, hace, realiza el bien; pero, lo primero, es desear hacer el bien y no omitirlo bajo ninguna causa, aunque ese bien concreto, tal vez, no se pudiera realizar. Lo primero es el bien en el orden de la intención y del deseo.
Al corazón siguen las manos; las manos sirven a su corazón; se piensa y se hace. Si no se obra, no es porque no queramos, sino porque no podemos. Todo lo que quieres y no puedes hacerlo, Dios te lo imputa por ejecutado (San Agustín, Enar. in Ps. 57,4).
¿Qué puede paralizarnos para obrar? ¿Cuáles son los obstáculos que se han de vencer? La ignorancia y la debilidad.
La ignorancia y la debilidad son realmente los dos castigos penales de toda alma pecadora. De la primera proviene el error que embrutece, y de la debilidad, el temor que aflige (San Agustín, Tratado sobre el Libre albedrío 3,178).
"Primicia de la sabiduría es el temor del Señor" (Sal 110). Para alcanzarla, sólo la humildad abre camino y permite ver, mientras que la soberbia deviene en ceguera completa. La humildad es una ventana abierta a la Luz y Sabiduría del Espíritu.
El que quiere arrogarse la sabiduría es necio. Sea humilde para que venga sobre él la sabiduría y lo ilumine. El que antes de venir sobre él la sabiduría se cree sabio, se levanta antes de amanecer y anda en tinieblas (San Agustín, Enar. in Ps. 126,4).
También las cuatro virtudes cardinales están presentes en la enseñanza agustiniana: prudencia, justicia, fortaleza y templanza, porque son orientadoras del actuar cristiano.
La prudencia es el conocimiento de las cosas que debemos apetecer y de las que debemos evitar. Y la fortaleza, ¿no es acaso el sentimiento del alma por el que despreciamos todas las incomodidades y la pérdida de las cosas cuya posesión no depende de nuestra voluntad? La templanza es la virtud que modera y aparta el apetito de las cosas que se apetecen desordenadamente (San Agustín, El libre albedrío 1,89).
A poco que conozcamos el corazón humano y veamos nuestra experiencia, reconoceremos que hay una pugna constane en lo interior: la humildad y el orgullo constantemente se enfrentan. Supliquemos siempre la Gracia y venza la humildad, para que el orgullo no estropee ni manche ni desvíe nada de lo que hagamos o digamos.
Si la humildad no precede, acompaña y sigue todas nuestras buenas acciones, para que la miremos cuando se nos propone, nos unamos a ella cuando se nos allega y nos dejemos subyugar por ella cuando se nos impone, el orgullo nos lo arrancará todo de las manos cuando nos estemos ya felicitando por una buena acción (San Agustín, Ep. 118, 3.22).

11 comentarios:

  1. Padre, me parece un muy hermoso escrito, me ha sabido a poco. Muchas gracias.
    DIOS le bendiga.

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    1. Antonio:

      Siempre es mejor que algo sepa a poco, antes que hartarse y aborrecer algo.

      Así se mantiene el apetito espiritual.

      Saludos

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  2. Gracias, como siempre, gracias.
    Feliz descanso estival, querido Javier.

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    1. Gracias a ti, Álvaro, por venir fielmente, leer y participar.

      El descanso estival casi toca ya a su fin.

      Un abrazo!!

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  3. Nuestro amigo Agustín siempre da en el clavo.

    "...corre hacia Dios, acércate a Él..." "¿Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna". (Jn 6, 68).

    "Desnudaos de la vejez..." Las propuestas de los que se autodenominan progresistas dentro y fuera de la Iglesia, son invariablemente más viejas que "las cavernas de la prehistoria"; sólo la ceguera y sordera del hombre pueden hacer que éste las tome como novedad y progreso.

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    1. Julia Mª:

      Agustín es maravilloso siempre. Yo siempre aconsejo que se lea cuanto más mejor. Hasta los escolásticos tomistas deberán reconocer su grandeza, ya que santo Tomás lo cita invariablemente diciendo: "Magister dixit", "el Maestro dice".

      En cuanto a su segundo comentario, no entiendo muy bien qué le ha podido sugerir esa disección del progresismo intra eclesial (y extra eclesial), pero aun sin saber su origen, estoy de acuerdo. ¡Qué antiguos son el fondo! ¡Qué repetitivos!

      (Amiga: no me contestó ayer en la otra catequesis!!! Saludos a la Colmena este ya casi domingo).

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    2. La"patosa" informática ha colocado la respuesta como comentario ¡las máquinas y yo...!

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  4. Progresismo intra y extra: Iglesia democrática, Misa aburrida, lo que dicen católicos por el derecho a…, lo que dicen monjas por…, lo que dicen teólogos de…, la jerarquía de la Iglesia es mala pero ”mala malísima”, lo importante es ser buenecito y tolerante…, la ley del aborto hace a la mujer libre y protege su salud reproductiva, el ejercicio de la homosexualidad es un derecho humano y no perjudica a la comunidad humana, la castidad es imposible o sea que…, la eutanasia es un ejercicio de misericordia…, podría seguir toda la tarde, detallando, por ejemplo, la tajante y pública conminación de un sacerdote a un señor de mediana edad arrodillado ante el Santísimo expuesto para que se pusiera de pie porque, a su parecer, el hombre se dirige a Dios puesto en pie (menos mal que como "se le veía venir de lejos" yo me había quedado de pie porque si se hubiera dirigido a mí no sé lo que hubiera sucedido, así y todo mi “rebeldía genética” me habría hecho arrodillarme al tiempo que el pobre señor se ponía de pie si el mismo Cristo no me hubiera contenido).

    No le hemos contestado (la colmena me ha nombrado como siempre su portavoz (¡qué destino el mío!) porque a veces me siento fatal por intervenir tanto en su blog y, aunque no lo parezca, me contengo, (ja, ja ¡quién lo diría!) pero, salvando la enorme distancia, me pasa como a santa Escolástica (también es amiga) cuando con su oración provocó la lluvia para permanecer más tiempo con su hermano san Benito hablando de Dios, pues cuando comento estoy hablando con la entrada, es decir estoy hablando con vd y con todos los que leen la entrada; de igual forma cuando leo y releo a san Agustín estoy hablando con él; no es culpa de nadie, pero por lo general es difícil “hablar ” un lenguaje común.

    Estamos muy contentos de que haya aceptado nuestra Medalla, lo hemos hecho con el corazón; para nosotros vd. pertenece en alguna forma a nuestra colmena y está presente mediante la lectura de su blog y las cuestiones que debatimos en la colmena; por el espacio no se preocupe, toda colmena lleva en sí misma la capacidad de ampliar su espacio y, además, el de la nuestra se extiende por distintas tierras de España, de fuera de España, y hasta en el cielo pues no es la geografía la que nos une.

    ¿Ve? Ya me he pasado tres pueblos…, y existen dentro de la Iglesia quienes me tachan de rara y huraña...

    Un saludo, don Javier, toda la colmena se siente muy honrada.

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    1. Y a mí ha conseguido conmoverme, amiga mía, vd. y los suyos.

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    2. Verdaderamente, Julia Maria, eso pasa. No sé hasta que punto, algunos sacerdotes que van de democráticos respondones a Su Santidad, son conscientes de la enorme confusión que crean en cierto número de creyentes. Se podrá aducir que si esos creyentes, estuvieran bien formados doctrinalmente, no pasaría esas cosas. Y es verdad, pero el daño queda hecho.
      Debo reconocer que por experiencia personal soy especialmente sensible a estas cosas que se exponen sobre el progresismo intra y extra y sobre lo escrito de la iglesia democrática; así que aprovecho para unirme a la denuncia, o por lo menos para unirme a la crítica que hace Julia María. Gracias por exponer tan claramente estas cuestiones.
      Antonio

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  5. Me encanta S Agustin....es para estarse con el un buen ratito cada dia meditando lo que dice...es magnifico....gracias

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