viernes, 27 de julio de 2012

El laicado vivo que asume tareas

¿Un laico recibe algún encargo de la Iglesia? ¡Sí! El dinamismo propio del bautismo, concretado en su vocación laical, lo lleva a vivir su vocación en el mundo asumiendo tareas que le pertenecen por su propia naturaleza.

¡Ah!, ¿pero no es la pura pasividad? ¡No! El fiel laico posee una vocación y una misión, irrenunciable, insustituible. Le pertenece a él, no al sacerdote; es suya, no del religioso o consagrado.

¿Entonces? Pues habrá que mostrar el horizonte de la vocación laical y su campo de acción, recordarlo las veces que sean necesarias y ayudar, animar y acompañar en el desempeño de su apostolado.

"La Iglesia se concentra de modo especial en educar a los discípulos de Cristo, para que sean cada vez más testigos de su presencia en todas partes. 

-Toca a los fieles laicos mostrar concretamente en la vida personal y familiar, en la vida social, cultural y política, 
  • que la fe permite leer de una forma nueva y profunda la realidad y transformarla; 
  •  que la esperanza cristiana ensancha el horizonte limitado del hombre y lo proyecta hacia la verdadera altura de su ser, hacia Dios; 
  • que la caridad en la verdad es la fuerza más eficaz capaz de cambiar el mundo; 
  •  que el Evangelio es garantía de libertad y mensaje de liberación; 
  • que los principios fundamentales de la doctrina social de la Iglesia, como la dignidad de la persona humana, la subsidiariedad y la solidaridad, son de gran actualidad y valor para la promoción de nuevas vías de desarrollo al servicio de todo el hombre y de todos los hombres. 

 -Compete también a los fieles laicos participar activamente en la vida política de modo siempre coherente con las enseñanzas de la Iglesia, compartiendo razones bien fundadas y grandes ideales en la dialéctica democrática y en la búsqueda de un amplio consenso con todos aquellos a quienes importa la defensa de la vida y de la libertad, la custodia de la verdad y del bien de la familia, la solidaridad con los necesitados y la búsqueda necesaria del bien común. Los cristianos no buscan la hegemonía política o cultural, sino, dondequiera que se comprometen, les mueve la certeza de que Cristo es la piedra angular de toda construcción humana...

-Se trata de un desafío exigente. Los tiempos que estamos viviendo nos sitúan ante problemas grandes y complejos, y la cuestión social se ha convertido, al mismo tiempo, en cuestión antropológica. Se han derrumbado los paradigmas ideológicos que, en un pasado reciente, pretendían ser una respuesta «científica» a esta cuestión. La difusión de un confuso relativismo cultural y de un individualismo utilitarista y hedonista debilita la democracia y favorece el dominio de los poderes fuertes.

Hay que recuperar y vigorizar de nuevo una auténtica sabiduría política; ser exigentes en lo que se refiere a la propia competencia; servirse críticamente de las investigaciones de las ciencias humanas; afrontar la realidad en todos sus aspectos, yendo más allá de cualquier reduccionismo ideológico o pretensión utópica; mostrarse abiertos a todo verdadero diálogo y colaboración, teniendo presente que la política es también un complejo arte de equilibrio entre ideales e intereses, pero sin olvidar nunca que la contribución de los cristianos sólo es decisiva si la inteligencia de la fe se convierte en inteligencia de la realidad, clave de juicio y de transformación" (Benedicto XVI, Discurso a la Plenaria del Consejo Pontificio para los Laicos, 21-mayo-2010).

La parroquia, la comunidad cristiana, el grupo o movimiento deben suministrar:
  1. Los medios de santificación, la vida sacramental, la oración.
  2. La necesaria formación doctrinal
  3. El acompañamiento y el apoyo cristiano.

Y esto, no para encerrar a los cristianos en lo afectivo del propio grupo o parroquia, sino para lanzarlos a dar vida al mundo. ¡Su lugar es el mundo!

10 comentarios:

  1. Padre, lo que escribe aquí lo comparto plenamente, pero a mi, personalmente me resulta terriblemente complicado conseguirlo. Tal vez porque no consigo AMAR sin medida. Si, decididamente, sigo sintiendo una verdadera necesidad de un acompañante, de un guía, de un mentor. Muchas gracias por expresarlo tan claramente, aunque para mi la puesta en práctica sea dificultosa.
    DIOS le bendiga.
    Antonio

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    1. Querido antonio:

      Unas palabras de ánimo ante todo. Es bueno tener a alguien que nos guíe, como director, confesor fijo, etc., pero no es imprescindible si el Señor no nos lo da o nosotros no llegamos a encontrarlo.

      Sí es imprescindible formarse (la doctrina) y orar para tener asiduidad, familiaridad, con el Espíritu Santo, el mejor Director, que será quien nos lleve.

      La formación y la oración le ayudarán, sin duda, a irse situando para vivir su vocación laical en el mundo y en la Iglesia, sabiéndose amado por el Señor y amándole cada día un poco más.

      Un abrazo.

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    2. Muchas gracias, Padre, por sus confortadoras y alentadoras palabras. Sus escritos me ayudan. DIOS le bendiga.
      Antonio

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  2. Don Javier, con toda seriedad (propia de mi colmena), con el protocolo necesario y días antes de comenzar las vacaciones, la colmena, en sesión plenaria y por unanimidad, ha resuelto otorgarle la Medalla de la Colmena, lamentando que no sea reconocida por quienes gobiernan el mundo ni apareje emolumentos crematísticos, sólo nuestro sincero afecto, pero la vida esta "mu mala". Suscribimos la entrada ¡hasta en las tildes!

    Basta ya, por favor, de intentos de clericalizar a los seglares.

    Existe una dificultad real para la participación de católicos que quieran ser coherentes en aquello que se entiende por política activa. Me repito, ya lo sé, pero es una dificultad práctica del sistema que hoy por hoy veo insalvable. Teniendo en cuenta que la Iglesia tiene razón al no querer que se la identifique con ninguna opción política, porque el poder siempre y por distintos medios ha intentado manejarla o someterla y Jesús no es "encuadrable", y después de la mala experiencia del Partido demócrata cristiano en Italia así como de la actuación de los que se denominaban como demócratas cristianos en España, la coherencia de un católico mal puede integrarse en el actual sistema de partidos políticos.

    Sí es posible y necesaria nuestra participación en la vida pública a través de lo que yo llamo “organizaciones de resistencia” como aquellas a las que pertenezco, que en estos momentos se centran en la defensa de la vida y de la familia, además de ser coherentes con nuestra fe en la familia, trabajo y relaciones humanas. La única actitud que no es opción válida (nunca lo ha sido) para los católicos es permanecer inactivos y en silencio. Es difícil, sí.

    De las cosas que yo he ido descubriendo a lo largo de la batalla contra mí misma es que, aún existiendo muchas dificultades externas, la fundamental es una interna, nuestra falta de libertad interior, por eso me encanta el verso de Espronceda: Y si caigo/ ¿Qué es la vida? / Por perdida / ya la di/ cuando el yugo/ del esclavo/ como un bravo/ sacudí. San Pablo ya lo había dicho pero en Espronceda suena más "guerrero" y divertido.

    ¡Qué Dios les bendiga!

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    1. Llego a responder a su comentario, querida amiga, y lo hago emocionado. Pondré humor e ironía para disimular algo.

      Me llena "de orgullo y satisfacción" esa Medalla de la Colmena, alcanzada por unanimidad tras la asamblea familiar (con hijos incluidos, tal vez algunos clientes y compañeros abogados). Y si el mundo ni la verá ni la valorará, a mí sí me toca el corazón, señora letrada. Quede constancia de ello.

      Pasando al texto: hoy por hoy creo que no hay ninguna opción de partido político plenamente concorde con la moral católica, sólo jugar "al menos malo"; las experiencias de la Democracia cristiana no fraguaron ni acabaron bien.

      Tal vez sea verdad que por ahora debamos entrar y batallar en otro tipo de organizaciones y movimientos; pero quiero creer que hay que fecundar también la vida política desde el (deplorable) sistema de partidos actual.

      El laicado tiene su lugar ahí.

      Comentando con un abogado amigo (hermano) sobre este tipo de cuestiones y el apostolado, coincidíamos -¡él y yo siempre acabamos coincidiendo!- en que el apostolado es primero el de la propia profesión (la abogacía en su caso) pero que no todo apostolado se reduce a "dar catequesis de comunión" y estar metido en algo con muchas reuniones. ¡¡Es el mundo!!

      Termino: gracias a toda la Colmena y transmita esa gratitud a todos y cada uno.

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  3. Estupenda entrada D. Javier. Me ha encantado.

    Me atrevo a añadir un elemento adicional a la última frase, que tan bien resume el ámbito de acción del laico. En concreto se trata mostrar al laico que no sólamente no debemos encerrarnos en nuestra comunidad, tampoco debemos encerrarnos en el mundo. Ninguno de los dos son cotos cerrados, ni debemos a elegir únicamente en uno u otro. La Iglesia se abre al mundo para transformalo.

    Que Dios le bendiga. Felices y reparadoras vacaciones!!!!

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    1. Néstor: gracias!!!!

      Yo no diría lo de "encerrarse" en el mundo, por lo variado y "abierto" que es nuestro mundo, nuestra sociedad tan multiforme.

      Pero sí acepto y comparto el sentido más hondo que vd. le da. Ni engolfarse en el mundo -frase teresiana- ni encerrarse en el campanario de lo mío, lo mío, lo mío y sólo lo mío.

      Un abrazo!!

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  4. Tenemos que implicarnos, hasta la médula, porque somos hijos de Dios. En el laicismo "vale todo".

    Muy feliz tarde a todos. QDLB.

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    1. Ese es el núcleo, Capuchino:

      ¡¡la dignidad y santidad de los hijos de Dios!!, y nos metemos a fondo en el barro de este mundo para darle forma divina.

      Un gran abrazo!!

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  5. Me gusta mucho su entrada, y cuanta razón tiene.
    Un abrazo y saludos a tod@s.

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