Al hilo
del año litúrgico
La
liturgia a lo largo del año litúrgico incluye distintas procesiones en algunos
ritos concretos.
-El
2 de febrero, celebrando la Presentación
del Señor, se bendicen las candelas o velas encendidas en el atrio o
entrada de la iglesia, y luego, cantando: “Luz para alumbrar a las naciones y
gloria de tu pueblo Israel”, se avanza en procesión hasta el altar, continuando
la Misa con el canto del Gloria. En esa procesión se aclama a Cristo-Luz,
realizando ritualmente lo que Simeón, el anciano, proclamó de nuestro Señor.
-En
la Cuaresma era tradicional en el
uso romano la statio. Los fieles con el Papa se congregaban en una basílica
–sobre la hora de Nona- e iban cantando las letanías de los santos hasta llegar
al punto de llegada, la basílica donde se realizaba la statio, la Misa con el
Papa.
“La
importancia dada a la Cuaresma por la Iglesia tuvo en Roma un particular
relieve en el solemne oficio estacional, celebrado cada día de la cuarentena y
de la sucesiva semana de Pascua, cuyo conjunto constituye una de las más
admirables creaciones de la liturgia latina” (Righetti, I, p. 747). En los
misales manuales antiguos de los fieles, se ve cómo el Misal de S. Pío V
recuerda esta práctica al encabezar cada misa con el sitio en que se celebraba:
“Estación en…”
La
procesión para la Misa estacional se tenía el lunes, miércoles y viernes, y
desde el tiempo de Carlomagno, también el sábado. Así lo declara el Ordo
Romanus I.
Aún
hoy se conserva en Roma sólo el Miércoles de Ceniza; el Papa va de la basílica
benedictina de San Anselmo a la basílica de santa Sabina para celebrar la Misa
estacional e imposición de ceniza.
Se
aconseja su uso y fomento en la diócesis: “Todas las diversas manifestaciones
de la observancia cuaresmal han de contribuir a mostrar y fomentar la vida de
la Iglesia local. Por esta razón, se recomienda que se mantengan y se renueven
las asambleas de la Iglesia local según el modelo de las antiguas “estaciones”
romanas. Estas asambleas de fieles pueden ser convocadas, especialmente
presididas por el Pastor de la diócesis, o junto a los sepulcros de los santos,
o en las principales iglesias de la ciudad, o en los santuarios, o en otros lugares
tradicionales de peregrinación que sean más frecuentados en la diócesis” (CE
260)
Recuerdo
de la procesión de estas estaciones es que se aconseje el canto de entrada del
I domingo de Cuaresma sea la letanía de los santos: “En la misa de este día utilícense
elementos que subrayen su importancia; por ejemplo, la procesión de entrada con
el canto de las letanías de los santos” (Cong. Culto divino, Carta preparación
fiestas pascuales, n. 23).
-La
procesión del Domingo de Ramos en la
Pasión del Señor hace una imitación dramática, una conmemoración de un
hecho histórico: cómo Cristo entró en Jerusalén mientras la multitud lo
aclamaba con ramos de olivo y palmas:
“La entrada del Señor en Jerusalén, ya desde antiguo, se
conmemora con una procesión en la cual los cristianos celebran el
acontecimiento, imitando las aclamaciones y gestos que hicieron los niños
hebreos cuando salieron al encuentro del Señor, cantando el fervoroso
“Hosanna”” (cf. CE 263).
La
procesión solemne es elemento propio de este día. Todos se reúnen en otra
iglesia menor o en un lugar apto fuera de la iglesia hacia la cual se dirigirá
la procesión. Durante la procesión, cantores y pueblo cantarán los himnos
indicados en el Misal romano, como el salmo 23 y el salmo 46 “y otros cantos apropiados
en honor de Cristo Rey” (Cong. Culto divino, Carta preparación fiestas
pascuales, n. 32).
-Una
procesión anual es la de la Misa
crismal, al llevar los óleos al altar. Fue siempre una procesión muy
solemne, con incienso, cruz, cirios, el Evangeliario, las ánforas y doce
presbíteros mientras se cantaba un himno. Se veneraba así, por anticipado, la
materia sacramental del santo crisma. En el actual rito de la Misa crismal ha
simplificado en exceso esta procesión. Tras la homilía y la renovación de las
promesas sacerdotales, simplemente se traen en procesión las tres ánforas más
el pan y el vino de la Misa, sin incienso, ni cruz, ni cirios. Es un sencillo
traslado.
-En
la Misa en la Cena del Señor una
procesión solemne cierra el rito: el traslado del Santísimo Sacramento hacia la
capilla de la reserva.
Terminada
la oración de postcomunión, comienza la posesión con cruz, cirios e incienso,
mientras se canta el Pangelingua u otro canto eucarístico.
-El
Viernes santo se califica de “procesión” el momento en que todos pasan a adorar la santa Cruz (CE 322).
Después
que el obispo haya adorado la Cruz (sin solideo, sin casulla y, si se puede,
descalzo), “pasan, a modo de procesión, los diáconos, luego el clero y los
fieles y manifiestan su reverencia a la Cruz…” (CE 322). Entre tanto, se canta
“Tu cruz adoramos” y también los Improperios.
Esta
larga procesión es rito propio del Viernes Santo y no debería suprimirse a no
ser por la “extraordinaria presencia de fieles”. “La adoración personal de la
Cruz es un elemento muy importante de esta celebración” (Cong. Culto divino,
Carta preparación fiestas pascuales, n. 69).
-La Vigilia pascual comienza con un rito
venerable, el lucernario. Éste es una procesión festejando a Cristo-Luz que
vence la oscuridad de la muerte.
“En
un lugar adecuado y fuera de la iglesia, en cuanto sea posible, se preparará la
hoguera…” (Carta preparación fiestas pascuales, n. 82). Allí se reúne el pueblo
(cf CE 336).
Es
una procesión muy evocadora espiritualmente caminando en la noche sólo a la luz
del cirio pascual, cantando y comunicando unos a otros la luz desde el cirio.
¡Todos caminando!, entrando en la iglesia y venciendo las tinieblas.
“La
procesión en la que el pueblo entra en la iglesia se ilumina únicamente por la
llama del cirio pascual. Del mismo modo que los hijos de Israel, durante la
noche, eran guiados por una columna de fuego, así los cristianos siguen a
Cristo resucitado. Nada impide que a las respuestas: “Demos gracias a Dios” se
añada alguna aclamación dirigida a Cristo” (Carta…, n. 83).
Todos
aclamando a Cristo resucitado. ¡El Señor es mi luz y mi salvación! ¡Oh luz
gozosa de la santa gloria!
Procesión
en las Vísperas bautismales
Las II vísperas del Domingo de
Pascua cierran el Triduo pascual. ¡Verdaderamente ha resucitado el Señor! La
Iglesia canta a su Señor resucitado, Sumo Sacerdote según el rito de
Melquisedec, viendo que han llegado las bodas del Cordero y su esposa se ha
embellecido. Es una festiva acción de gracias por la Pascua de Cristo que la
Iglesia ha ido viviendo en el Triduo pascual mediante la divina liturgia; a la
vez, recuerda las apariciones del Resucitado en el día de Pascua: “conviene
celebrar las Vísperas de un modo más solemne para santificar el ocaso de un día
tan sagrado y para conmemorar las apariciones del Señor que se manifiesta a sus
discípulos. Póngase sumo cuidado en conservar, donde estuviese vigente, la
tradición particular de celebrar el día de Pascua aquellas Vísperas bautismales
en las que, mientras son cantados los salmos, se hace una procesión al
baptisterio” (IGLH 213)[1].
Sin embargo, en ningún libro
litúrgico aprobado se explica cómo se desarrollan estas Vísperas bautismales;
únicamente la mención a la procesión al baptisterio mientras se cantan los
salmos[2].
Por ello, como sugerencia, se podría
hacer de la siguiente manera: Comienzan las Vísperas como siempre hasta el
final del primer salmo. Al iniciarse el canto del salmo 113A se dirigen los
ministros, acompañados por los neófitos con sus túnicas blancas, al baptisterio
(iluminado, adornado, con flores). Al llegar se inciensa la fuente bautismal
rodeándola con veneración. Se entona el cántico del NT, y los ministros (con
los neófitos) regresan al presbiterio asperjando a los fieles con el agua
bautismal. Entonces se proclama la Lectura, se realiza la homilía, y todo
transcurre como de costumbre.
[1] Hemos de reiterar el deseo de la
Iglesia: “consérvese, donde aún está en vigor, o restáurese en la medida que
sea posible, la tradición de celebrar las Vísperas bautismales del día de
Pascua, durante las cuales se hace una procesión al baptisterio” (Carta, n.
98).
[2] La descripción de estas Vísperas
podría inspirar en el futuro un desarrollo ritual de estas Vísperas bautismales,
hoy recomendadas, pero que no ofrece un ordo ritual. El ordo romano XXVII (de
principios del siglo VII) las describe para cada día de la Octava de Pascua; en
el Domingo pascual explica:
-Entrada
y canto del Kyrieeleison
-Aleluya
con antífona y Salmo 109 (Dixit dominus domino meo)
-Aleluya
con antífona y Salmo 110.
-Aleluya
con antífona y Salmo 111.
-Canto:
Alelluia. Paschanostrumimmolatus...
-Magníficat
con antífona y oración.
-Procesión
al baptisterio con antífona (In die resurrectionismeae) y luego el salmo 112
(antífonas en griego).
-Magníficat
con antífona (Venite et videtelocumibiposituseratDominus...)
-Procesión
al consignatorio (capilla de la confirmación) san Juan ad Vestem, con antífona
(Lapidemquamreprobaverunt)
-Aleluya
con antífona y Salmo 113
-Aleluya
con antífona y Salmo 94 (Veniteexultemus domino)
-Magnificat
con antífona y oración.
-Procesión
a san Andrés ad Crucem con antífona (Vidiaquam)
-Aleluya
con antífona y Salmo 113
-Aleluya
con antífona y Salmo 94
-Magníficat
con antífona y oración.
-Refrigerio
con tres vinos distintos para los asistentes (Ordo romanos XXVII, 67-79, en la
edición de Andrieu, Ordines romani, vol. III, pp. 362-366).
No sé quién está publicando en este blog, pero es un poco feo publicar en nombre de un muerto... Debería aclararse mejor que el autor del blog falleció en 2021, aunque los textos sean de él, que no lo sé...
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