miércoles, 27 de febrero de 2019

La avaricia es pecado capital (II)

La generosidad es el mejor remedio para parar, frenar, detener, la avaricia. Se tiene y se tiene mucho, más que suficiente, y entonces la generosidad reparte, procura igualar los bienes para compartir con quien lo necesita, con quienes menos tienen. Por eso la Cuaresma, frenando la avaricia, es un tiempo más que conveniente para la limosna generosa, cuantiosa, para Cáritas y otras instituciones católicas similares.


El avaricioso siempre se ve pobre, se cree que le falta algo y ve a otros que tienen algo más o mejor que él y sufre por no tenerlo. Además su corazón se vuelve insensible al clamor de quienes lloran, padecen, o experimentan necesidad.

Sin embargo, la bondad de Dios, que todo nos lo da, impulsa a vencer la avaricia compartiendo con los demás, repartiendo.

Sigue san Basilio:





"n. 3. Tus riquezas tendrás que dejarlas aquí, lo quieras o no; por el contrario, la gloria que hayas adquirido con tus buenas obras la llevarás hasta el Señor, cuando, rodeado de los elegidos, ante el juez universal, todos proclamarán tu generosidad, tu largueza y tus beneficios, atribuyéndote todos los apelativos indicadores de tu humanidad y benignidad. ¿Es que no ves cómo muchos dilapidan su dinero en los teatros, en los juegos atléticos, en las pantomimas, en las luchas entre hombres y fieras, cuyo solo espectáculo repugna, y todo por una gloria momentánea, por el estrépito y aplauso del pueblo?
Y tú, ¿serás avaro, tratándose de gastar en algo que ha de redundar en tanta gloria para ti? Recibirás la aprobación del mismo Dios, los ángeles te alabarán, todos los hombres que existen desde el origen del mundo te proclamarán bienaventurado; en recompensa por haber administrado rectamente unos bienes corruptibles, recibirás la gloria eterna, la corona de justicia, el reino de los cielos. Y todo esto te tiene sin cuidado, y por el afán de los bienes presentes menosprecias aquellos bienes que son el objeto de nuestra esperanza. Ea, pues, reparte tus riquezas según convenga, sé liberal y espléndido en dar a los pobres. Ojalá pueda decirse también de ti: Reparte limosna a los pobres, su caridad es constante.

n. 6. Deberías estar agradecido, contento y feliz por el honor que se te ha concedido, al no ser tú quien ha de importunar a la Puerta de los demás, sino los demás quienes acuden a la tuya. Y en cambio te retraes y te haces casi inaccesible, rehúyes el encuentro con los demás, para no verte obligado a soltar ni una Pequeña dádiva. Sólo sabes decir: «No tengo nada que dar, soy pobre». En verdad eres pobre y privado de todo bien: pobre en amor, pobre en humanidad, pobre en confianza en Dios, pobre en esperanza eterna".


(S. Basilio, Hom. sobre “Destruiré mis graneros” y la avaricia; BPa 73).

2 comentarios:

  1. Su entrada meditada, como casi todas ellas acompañadas de sus magníficas fotografías nos van forjando , descubriendo esos pecados en el fondo de nuestro corazón y a la vez encontrando las armas y detergentes para luchar y limpiar la morada de un Dios Bueno. Gracias Pater.

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  2. Don Javier,

    El magnífico blog de SERVIAM de su lista de blogs ahora es;

    https://doulosmariae.blogspot.com/

    Abrazos fraternos.

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