lunes, 15 de febrero de 2016

La Comunión de los santos

"En la tierra, la comunión de los santos tiene efectos limitados.

Los hombres siguen encerrados en sí mismos en la medida en que no superan todavía la existencia según la carne.

El mismo Jesús se pareció, en la tierra, a un grano de trigo solitario. Pero en la muerte, caen los cercados de separación y el Espíritu realiza una comunión que en la tierra resulta inconcebible.

Lo mismo que el grano revive en forma de espiga y de gavilla, Cristo resucita como comunidad. Los fieles resucitados con él son transformados con él en el Espíritu que los abre al don de sí y a la acogida mutua.

Lo que es el Cristo glorioso, cielo de los hombres, espacio de su vida y de su felicidad, pasan a ser ellos los unos para los otros, según la capacidad espiritual de cada uno.

El uno vivirá por el otro, vivirá para el otro, en el Espíritu que es acogida y donación.

Además, la mayor gracia del uno no suscitará los celos de los otros, sino su gratitud, pues irá en beneficio suyo.

No enorgullecerá al que la posee, pues tiene sus raíces en el cuerpo de Cristo que es la tierra común a todos, y en el Espíritu que lo anima"

(DURRWELL, F.X. El Espíritu Santo en la Iglesia, Salamanca 1990, 2ª ed., p. 159).

1 comentario:

  1. ¿Me permite discrepar del autor?

    La comunión de los santos también se produce mientras estamos en la tierra cuando los santos interceden por nosotros, cuando nosotros intercedemos por los demás, cuando pedimos la intercesión de los santos y en especial de la Virgen María.

    Perdona, Señor, las faltas que hemos cometido contra la unidad de tu familia y haz que tengamos un solo corazón y un solo espíritu (de las Preces de Laudes).

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