viernes, 11 de noviembre de 2011

Reflexiones sobre la belleza (saquen las conclusiones)

Si hay una crisis de belleza, es porque hay una crisis de Verdad. Negando u ocultando ésta, para sustituirla por el relativismo (no hay Verdad, todo da igual, cada  uno su opinión) o por el subjetivismo (lo importante y la Verdad es lo que cada uno sienta), la belleza poco tiene que transmitir o comunicar o elevar. Sin la Verdad, no hay Belleza.

En general, esta crisis de belleza muestra a las claras esta crisis de la Verdad. Lo que se produce no es arte verdadero -ya lo reseñamos- sino bienes de consumo que entretienen, o que alienan haciendo no pensar ni elevarse ni siquiera mostando lo más noble del hombre, sino lo más bajo, lo más instintivo, lo más pasional.

Más aún, con esta crisis de la belleza (repitamos, porque es crisis de Verdad) se ha introducido de nuevo el "esteticismo" como reacción opuesta; lo único que importa es que sea todo "bonito" sin atender a más exigencias, ni a su contenido, ni a su verdad. Es el esteticismo que mira que las formas sean perfectas, cuidadas, simétricas, reproduciendo las formas estéticas de épocas pasadas y aferrándose sólo y exclusivamente a estas formas. Es la perversión: convertir la estética en esteticismo (si lo aplicamos a la liturgia, el esteticismo se fija sólo en los candelabros, en muchos bordados, en encajes y puntillas, buscando una gran "puesta en escena", aunque ni se participe, ni se cante, ni el sacerdote recite con unción los textos eucológicos, sino que los fieles permanezcan en silencio contemplando el espectáculo). Ante esto -crisis de la belleza, feísmo y esteticismo- decía Benedicto XVI:


La belleza golpea, pero por ello mueve al hombre hacia su destino último, lo pone en marcha, lo llena de nueva esperanza, le dona la valentía de vivir hasta el final el don único de la existencia. La búsqueda de la belleza de la que hablo, evidentemente, no consiste en una fuga irracional o en un mero esteticismo (Discurso a los artistas, 21-noviembre-2009).

Acudamos a la reflexión. ¿Qué obra la Belleza auténtica en el hombre?

Con demasiada frecuencia, sin embargo, la belleza de la que se hace propaganda es ilusoria y falaz, superficial y cegadora hasta el aturdimiento y, en lugar de sacar a los hombres de sí y abrirles horizontes de verdadera libertad, empujándolos hacia lo alto, los encarcela en sí mismos y los hace ser todavía más esclavos, quitándoles la esperanza y la alegría. Se trata de una belleza seductora pero hipócrita, que estimula el apetito, la voluntad de poder, de poseer, de prepotencia sobre el otro y que se transforma, rápidamente, en lo contrario, asumiendo los rostros de la obscenidad, de la trasgresión o de la provocación en sí misma. La auténtica belleza, por el contrario, abre el corazón humano a la nostalgia, al deseo profundo de conocer, de amar, de salir hacia el otro, hacia más allá de sí mismo. Si aceptamos que la belleza nos toque íntimamente, nos hiera, nos abra los ojos, entonces redescubrimos la alegría de la visión, de la capacidad de comprender el sentido profundo de nuestro existir, el misterio del cual somos parte y del cual podemos obtener la plenitud, la felicidad, la pasión del compromiso cotidiano. Juan Pablo II, en la Carta a los Artistas, cita, en este contexto, este verso de un poeta polaco, Cyprian Norwid: "La belleza sirve para entusiasmar en el trabajo, el trabajo para resurgir" (n.3). Y más adelante añade: "En cuanto búsqueda de la belleza, fruto de una imaginación que va más allá de lo cotidiano, es por su naturaleza una especie de llamada al Misterio. Incluso cuando escudriña las profundidades más oscuras del alma o los aspectos más desconcertantes del mal, el artista se hace de algún modo voz de la expectativa universal de redención" (n. 10). Y en la conclusión afirma: "La belleza es clave del misterio y llamada a lo trascendente" (n. 16)" (Benedicto XVI, ibíd.).
 La verdadera Belleza conduce al Misterio, y el Misterio de Dios es Cristo revelado. La Belleza conduce a Dios y hace al hombre más bueno y más verdadero, ennobleciéndolo.

¡La Belleza!

Es armonía, proporción, elegancia, sencillez y trascendencia.

Es Verdad, es nostalgia de Dios, es deseo de plenitud, es paz.

Es una vida verdadera y noble, entregada, vivida en el amor que se dona: ¡esto es belleza!  Es la amistad fiel, cotidiana, experimentada: ¡esto es Bello y verdadero!

Es la oración contemplativa y amorosa, es la escucha obediente de Cristo, es el gesto de la caridad hacia el otro: ¡esto es Belleza verdadera!


5 comentarios:

  1. La verdadera Belleza conduce al Misterio, y el Misterio de Dios es Cristo revelado.


    De esta manera volvemos a las «dos trompetas» de la Biblia de las que habíamos partido, a la paradoja por la cual se puede decir de Cristo: «Eres el más bello de los hombres» y «sin figura, sin belleza (...) su rostro está desfigurado por el dolor». En la pasión de Cristo la estética griega, tan digna de admiración por su presentimiento del contacto con lo divino que, sin embargo, permanece inefable para ella, no se ve abolida sino superada. La experiencia de lo bello recibe una nueva profundidad, un nuevo realismo. Aquel que es la Belleza misma se ha dejado desfigurar el rostro, escupir encima y coronar de espinas. La Sábana santa de Turín nos permite imaginar todo esto de manera conmovedora. Precisamente en este Rostro desfigurado aparece la auténtica y suprema belleza: la belleza del amor que llega «hasta el extremo» y que por ello se revela más fuerte que la mentira y la violencia.
    La contemplación de la belleza. Cardenal Joseph Ratzinger.

    Feliz día a todos.

    ResponderEliminar
  2. En armonía, cuando varios sonidos suenan simultáneamente se produce un acorde. Escuchamos las tres notas en un sólo compuesto armónico.

    En el arte, cuando a la imagen creada se le añade la gracia y la verdad obtenemos un acorde de belleza cristiana, que vale más que todo el arte profano del mundo, por muy perfecto que sea, pues éste sólo posee un plano, una nota, una horizontalidad natural.

    No posee la verticalidad que transfigura en acorde espiritual todoas los elementos estéticos.

    El arte cristiano es belleza y bien, verdad y gracia sobrenatural en acorde.

    Y así el arte no es bello sólo por lo que dice, sino, aún más, por lo que muestra que tiene dentro y que aflora simultáneamente con la imagen natural que se ha transfigurado, a la manera del Cuerpo del Señor en el Monte Tabor.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Es esencial enseñar a los niños que la vida espiritual es un poema de belleza vivido con Dios.

    ¡Qué Dios les bendiga!

    ResponderEliminar
  4. Buenos días don Javier. Es el más bello de los hombres porque él mismo es la verdad. Procuraré vivir en el amor que se dona.Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. D. Javier , el día 9 nos decía : " la vida no me da para mas " y aún así, nos regaló una catequesis ( y unas fotos ) preciosas de la Basílica de San Juan de Letrán . La visité en septiembre y todavía tengo muy fresco su recuerdo y una catequesis de Santa María de la Almudena ! con su himno y todo ! . Es mi Patrona y aunque llevo 30 años viviendo en Alicante voy con mucha frecuencia a Madrid - tengo allí a mis padres, 6 hermanos , tios, sobrinos, un hijo.....- en fin, la próxima vez que vaya rezaré ante Nuestra Señora por la intención que usted le tiene encomendada.
    Me ha encantado también la catequesis sobre S. León Magno , tan valiente, tan importante para " dejar bien sentado " la verdadera naturaleza de Jesucristo . Gracias D. Javier. Gracias Juia María por tu interesante comentario de ese día.
    Y hoy : reflexionar ..." sin la Verdad no hay belleza " ; " la belleza que nos lleva de la mano al Misterio y ennoblece al hombre " ;el texto que nos ha puesto Desde Sevilla de Benedicto XVI ...
    Realmente este blog es bello ( aunque suene cursi ), nos ayuda a conocer a Cristo, a tener nostalgio de Dios , D. Javier nos regala un tiempo que no tiene , aqui hay amor y paz.

    Un abrazo a todos

    María M.

    ResponderEliminar