viernes, 4 de noviembre de 2011

Brilla el misterio de la Cruz (VIII)

"Cristo es, en todo, nuestra vida.
Su divinidad es vida, 
su eternidad es vida,
su carne es vida, 
su Pasión es vida.

Asi lo dijo Jeremías:
"Viviremos a su sombra" (Lm 4,20).

La sombra de sus alas
es la sombra de su Cruz,
la sombra de su Pasión.

Su muerte es vida,
su herida es vida,
su sangre es vida,
su sepultura es vida,
su resurrección es vida...

Él es trigo y fue molido en su cuerpo,
y murió para dar mucho fruto en nosotros.
Su muerte es el fruto de la vida.
Así pues, "cuanto ha sido hecho en Él, es vida" (Jn 1,3s)"

(S. Ambrosio, In Ps. 36, 36s).

5 comentarios:

  1. Buenos días don Javier. Su sangre es vida, ¡Si pudiéramos todos volver a comulgar bajo las dos especies! Tomad y bebed todos de él serían palabras vivas en esta peregrinación durante la persecución.Un abrazo.

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  2. Buenos días, sólo Él nos da la Vida, en su carne, en su sangre, en su espíritu y en su palabra; sólo en Él encontramos nuestra propia vida; lo demás, pura ilusión.

    ¡Qué Dios les bendiga!

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  3. Muchísimas gracias, don Javier por este precioso texto. Tenía esa intuición y me alegra muchísimo verla nada menos que en S. Ambrosio:

    Asi lo dijo Jeremías:
    "Viviremos a su sombra" (Lm 4,20).

    La sombra de sus alas
    es la sombra de su Cruz...

    Es precioso leer los textos de los salmos y el AT que hablan de "la sombra de sus alas" viendo prefigurada en esa imágen la Cruz de Cristo.

    ¡Quién pudiera penetrar cada vez más en ese Misterio!

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  4. Trascendencia, del latín transcendere traspasar subiendo.

    La Cruz es trascendente porque nos invita a traspasarnos a nosotros mismos para ascender más allá de lo que somos. Por eso

    Su muerte es vida,
    su herida es vida,
    su sangre es vida,
    su sepultura es vida,
    su resurrección es vida...


    ... únicamente si hablamos de la Cruz.

    Esto se evidencia en el siguiente párrafo de San Ambrosio:

    Él es trigo y fue molido en su cuerpo,
    y murió para dar mucho fruto en nosotros.
    Su muerte es el fruto de la vida.
    Así pues, "cuanto ha sido hecho en Él, es vida" (Jn 1,3s)"


    Y se evidencia en muchos pasajes evangélicos. La parábola de la levadura e incluso las del Reino, como la del Tesoro y la Perla. En las parábolas del Reino se evidencia que hemos de darnos en plenitud para, despojados de nosotros mismos, alcanzar la meta.

    Me encanta San Ambrosio. Digno maestro de San Agustín.

    Que pasen un feliz domingo!! Un abrazo en el Señor.

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  5. Permitidme sólo un apunte teológico, para complementar el sugerente comentario de Miserere y enriquecer un poco el concepto de trascendencia.

    La trascendencia a la que el ser humano tiende y de la que es capaz, pertenece al orden natural. Es propia de su condición de criatura racional y religiosa. Y puede acceder a ella por medios naturales. El ser humano tiene un fin natural transcendente: conocer y amar a Dios. Es ley natural, el primer mandamiento.

    Lo que la Cruz nos trae es ante todo la sobrenaturalidad gratuita que nos eleva a la condición de hijos de Dios, algo absolutamente inaccesible e impensable al ser humano por su potencia trascendente natural, un don dado gratis que nos perfecciona, inmerecidamente.

    El misterio increíble reside aquí: en la elevación gratuita de la criatura transcendente herida por el pecado, haciéndola consorte de la naturaleza divina, sin que su propia naturaleza humana, en cuanto tal, cambie, sino antes bien sane y perfeccione sobrenaturalmente .

    Por ello, es algo increíble, una divina locura, que Dios nos haya donado por la Cruz su vida sobrenatural, porque no quiso que nos limitásemos a una transcendencia natural, sino que tanto nos amó que nos entregó a su Hijo para hacernos sobrenaturalmente hijos suyos.

    Qué grandiosa locura.

    Importante también lo que dice Miserere de alcanzar la meta despojados de uno mismo. Ese anonadamiento, esa kénosis, forma parte de los dones de la Cruz.

    Un abrazo a todos y Gloria a Dios

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