sábado, 8 de octubre de 2011

Tareas de un estudiante en la Universidad

Un estudiante católico en la Universidad debe tener presente que se está labrando, ante todo, como persona: crece, se forjan las virtudes cristianas, y en el ámbito intelectual, se enriquece su conocimiento intelectual con nuevas perspectivas... Pero al hablar de lo intelectual, no podemos ceñirnos simplemente a un temario, unos libros y unos exámenes: sino a la dimensión más profunda del hombre que quiere conocer. Limitarse a los mínimos (aprobar unos exámenes, cumplir unos créditos), es privar a la inteligencia de su alimento y al espíritu de su necesidad de conocer.

Quien esté en la Universidad, ha de poner en juego, movido por la fe, todos los recursos para que su intelecto conozca y comprenda la realidad, y cuanto más estudie y profundice, podrá ir conociendo y contemplando la Verdad. Un católico en la Universidad debe llevar como sello distintivo el deseo de conocer y profundizarlo todo.
Inmersos en estos años de estudio en el mundo del conocimiento, estáis llamados a invertir vuestros mejores recursos, no sólo intelectuales, para consolidar vuestra personalidad y para contribuir al bien común. Trabajar para el desarrollo del conocimiento es la vocación específica de la Universidad, y requiere cualidades morales y espirituales cada vez más elevadas frente a la vastedad y la complejidad del saber que la humanidad tiene a su disposición. La nueva síntesis cultural, que en estos momentos se está elaborando en Europa y en el mundo globalizado, tiene necesidad de la aportación de intelectuales capaces de volver a proponer en las aulas académicas el mensaje sobre Dios, o mejor dicho, de hacer renacer ese deseo del hombre de buscar a Dios --"quarere Deum"-- al que me he referido en otras ocasiones (Benedicto XVI, audiencia a los participantes del primer Encuentro Europeo de Estudiantes Universitarios promovido por la comisión Catequesis-Escuela-Universidad del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa, 11-julio-2009).
Pero para conocer más y mejor guiados por la luz de la fe, se requieren cualidades morales y espirituales. Es necesario firmeza y constancia en el carácter para dedicar horas de estudio diariamente (aunque no haya una urgencia inmediata: un trabajo que entregar o un examen, por ejemplo); requiere paciencia y perseverancia... y sobre todo el aspecto vocacional de quien se prepara lo más y mejor posible para ponerse luego al servicio del Señor allí donde Cristo lo quiera situar en la sociedad humana.


Es momento de nuevas síntesis culturales y de aportar a estas síntesis una luz que orienta: "buscar a Dios", porque ese es el deseo más profundo del hombre, aun cuando no lo reconozca o descubra en un primer momento. Un joven en la Universidad debe capacitarse intelectualmente para mostrar a Dios y responder a los hombres en ese deseo y en esa búsqueda.

¡Ojo!, que Dios es el origen de todo, tiene que ver con todo, y todo tiende hacia Él: arquitectura, medicina, matemáticas, humanidades... ¡hasta con el Derecho (y los Registros mercantil y de la propiedad, y los Tribunales)! y todas estas áreas quedan iluminadas y adquieren nuevo sentido con una visión de fe profunda.

Estas son las bases para cualquier joven en la Universidad, como católico.

3 comentarios:

  1. Personalmente, sé que estos años de la universidad tengo que aprovecharlos para ver de qué manera puedo colaborar para ayudar al beneficio de la comunidad en la que vivo.

    Yo no estudio por puros intereses económicos, sino con la visión de futuro de hacer algo importante.

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  2. Muy necesaria a los estudiantes universitarios es la virtud de la estudiosidad, que es derivada de la virtud de la templanza, y que puede ser natural-adquirida, o infusa,

    y que el Señor perfecciona junto con los dones de ciencia, inteligencia y consejo que la convierten en camino de santidad. San Jerónimo y San Isidoro de Sevilla entre muchos son modelo de esta virtud infusa.

    Es una virtud cuyo objeto es controlar el deseo de saber, y orientarlo según la recta razón (estudiosidad natural) y según la fe (estudiosidad infusa)

    La virtud de la estudiosidad ayuda a erradicar dos vicios nefastos para el estudiante, por su poder de dispersión del intelecto y de su voluntad:

    -el vicio de la curiosidad, entendida como apetito desordenado de saber, sobre todo lo indebido o lo inútil.

    -y el vicio de la superficialidad, entendida como apetito de cosas inútiles e indisposición para captar la esencia de las cosas.

    Fomentar entre los universitarios desde el principio el saber teológico previene tanto la curiosidad (pues centraliza y prioriza los saberes en el Logos) y la superficialidad (pues desde el principio muestra el sentido profundo de todo saber)

    Un enemigo de la estudiosidad es la negligencia en el estudio, que proviene de la pereza.

    Esto es bueno convertirlo en objeto de examen particular, de meditación.

    un abrazo

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  3. Soldado Vikingo:

    Así, sigue así. Ese es el tono y la forma y lo que yo quisiera para todos los jóvenes católicos. De ahí la insistencia en ese asunto y el objeto de esta misma catequesis.

    Alonso:

    Muchas gracias por detallarnos esa virtud de la estudiosidad. Desconocía esa sistematización de la virtud, sus derivados y sus opuestos. Gracias.

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