jueves, 27 de octubre de 2011

Desarrollo y crecimiento de la Iglesia (catequesis)

La Iglesia crece y se desarrolla como Cuerpo de Cristo que está vivo, real, en la historia.

Su crecimiento es orgánico y en él hay desarrollo, pero no hay lugar para las rupturas. El sujeto-Iglesia es el mismo porque es el que el Señor ha preparado. Esa identidad del sujeto-Iglesia se mantiene a lo largo de los siglos pero unido a su crecimiento. Es "la continuidad del sujeto-Iglesia que el Señor nos dado", en palabras del papa Benedicto XVI en el discurso a la Curia (22-12-2005), tan mal interpretado y peor citado (por ejemplo, no habla de "hermenéutica de la continuidad" sino de "hermenéutica de la reforma en la continuidad del único sujeto-Iglesia que el Señor nos ha dado"; pero nadie parece darse cuenta de dónde están los acentos, aferrados ellos a la mera continuidad y a su continuismo).

El crecimiento de la Iglesia se presenta como el desarrollo de un Cuerpo vivo que está en la historia; si se detiene el crecimiento en todos los sentidos (en un Concilio, en una época, en una estética), la Iglesia como Cuerpo estaría fosilizada y por tanto muriéndose.

"Pertenece a este tema la idea del desarrollo y, por ello mismo, del dinamismo histórico de la Iglesia. Un cuerpo permanece idéntico a sí mismo precisamente por el hecho de que en el proceso de la vida se renueva continuamente. Para el cardenal Newman, la idea de desarrollo llegó a ser el auténtico puente de su conversión al catolicismo. Creo que, en efecto, esta idea forma parte del acervo de conceptos decididamente fudnamentales del catolicismo, que no han sido todavía objeto de la consideración que se merecen, aunque también aquí corresponde al Vaticano II el mérito de haberla formulado solemnemente, por vez primera, en un documento magisterial. Quien se atiene únicamente al valor literal de la Escritura o a las formas de la Iglesia de los Padres, recluye a Cristo en el "ayer". La consecuencia es entonces, o bien una fe del todo estéril, que nada tiene que decir al hombre de hoy, o bien una actitud arbitraria, que salta por encima de dos mil años de historia, arrojándolos al cubo de basura de las equivocaciones, y trata ahora de reflexionar cómo debería presentarse el cristianismo según la Escritura o según Jesús. Pero el resultado sólo puede ser un producto artificial de nuestro propio hacer, que no tiene en sí consistencia alguna. Una identidad real con el origen sólo puede darse allí donde se da al mismo tiempo aquella viviente continuidad que desarrolla el origen y, precisamente de este modo, lo protege"

(Ratzinger, Iglesia, ecumenismo y política, pp. 9-10).

Así pues, la Iglesia crece, evoluciona, desarrolla su ser a partir de formas históricas ya existentes, en fidelidad a Cristo, no creando algo nuevo y con ruptura, sino con un desarrollo continuado. Pensemos que la Tradición es siempre algo vivo que crece a partir de lo previo sin cambiarlo ni negarlo, sino enriqueciéndose siempre con un "más".

Es lenguaje muy erróneo afirmar que hay una Iglesia "de antes del Concilio" y otra "post-conciliar"; la Iglesia es la misma, el sujeto es idéntico, y es este sujeto idéntico el que crece orgánica y necesariamente en la historia.

Sabiendo esto, y con una lectura (una o cien veces, las que haga falta) del discurso del Papa Benedicto, nos podemos hacer una idea exacta de lo que significan los dos puntos tratados: el sujeto-Iglesia en su continuidad y el desarrollo y crecimiento de la Iglesia.

"Por una parte existe una interpretación que podría llamar "hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura"; a menudo ha contado con la simpatía de los medios de comunicación y también de una parte de la teología moderna. Por otra parte, está la "hermenéutica de la reforma", de la renovación dentro de la continuidad del único sujeto-Iglesia, que el Señor nos ha dado; es un sujeto que crece en el tiempo y se desarrolla, pero permaneciendo siempre el mismo, único sujeto del pueblo de Dios en camino...
Precisamente en este conjunto de continuidad y discontinuidad en diferentes niveles consiste la naturaleza de la verdadera reforma. En este proceso de novedad en la continuidad debíamos aprender a captar más concretamente que antes que las decisiones de la Iglesia relativas a cosas contingentes —por ejemplo, ciertas formas concretas de liberalismo o de interpretación liberal de la Biblia— necesariamente debían ser contingentes también ellas, precisamente porque se referían a una realidad determinada en sí misma mudable. Era necesario aprender a reconocer que, en esas decisiones, sólo los principios expresan el aspecto duradero, permaneciendo en el fondo y motivando la decisión desde dentro.

En cambio, no son igualmente permanentes las formas concretas, que dependen de la situación histórica y, por tanto, pueden sufrir cambios. Así, las decisiones de fondo pueden seguir siendo válidas, mientras que las formas de su aplicación a contextos nuevos pueden cambiar..." (Benedicto XVI, Discurso a la curia, 22-12-2005).
 ¿Habremos leído bien?

Se trata de aplicar la "hermenéutica de la reforma" no la "hermenéutica de la discontinuidad". Y aquélla es fecunda y reforma, porque hay realidades contingentes en la Iglesia que son en sí mismas mudables. Y -fijémonos en el último párrafo- hay "formas concretas, que dependen de la situación histórica y, por tanto, pueden sufrir cambios". Son párrafos altamente significativos para comprender la naturaleza de la Iglesia. Crece, progresa, se reforma, desarrolla lo ya dado por el Señor. El sujeto Iglesia es el mismo siempre y permanece idéntico.

8 comentarios:

  1. Buenos días don Javier. En toda reforma hay quienes distinguen qué es lo que se puede mudar y otros que con pretexto de mudar pretenden esquilmar el tesoro, por eso creo que es tan importante descubrir la obediencia y filedidad a Pedro en las modernidades y movimientos para lograr discernir el espíritu que las mueve.Un abrazo.

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  2. Es muy interesante lo que nos cuenta D Javier.

    Desde mi entendimiento, la hermenéutica de la continuidad no contempla una "continuidad" estática que es realmente estancamiento, sino una continuidad dinámica, que es innovación.

    Innovación es renovación unida a aquello que le da sentido y sustenta su desarrollo. Renovación desde dentro: in-novare. Sé que normalmente la palabra innovación se entiende como sinónimo de progreso, pero en tecnología ambos conceptos no son sinónimos uno de otro. Se puede innovar sin que ello lleva a "progresos" que rompan el marco donde se desarrolla el cambio.

    Entendí desde el principio que el Santo Padre se refería a una continuidad dinámica que permite afrontar el futuro desde las bases sólidas de la Tradición y Magisterio, sin que ello signifique inmovilismo. Es lo que definía en un post de mis blog como innovación y el que me encontré con muestras de rechazo de diversas personas de entendimiento tradicionalista.

    La innovación no es progreso, ya que no parte del cambio como objetivo en si mismo, sino del cambio como herramienta que no trata de sustituir los fundamentos sobre los que la misma herramienta trabaja.

    Se ajusta perfectamente a la parábola de la vid y los sarmientos. Sarmientos que cada temporada son nuevos sin dejar de estar férreamente unidos a la cepa, que les da la vida. El sarmiento no es nada sin la cepa, pero sin nuevos sarmientos es imposible que la vid dé frutos abundantes. Según las condiciones del terreno y climatología, los sarmientos cambiarán de una temporada a otra, sin que la cepa deje de ser su fuente de vida.

    Un abrazo en el Señor :)

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  3. El post Formación litúrgica es muy amplio por lo que mi reflexión se basa en mi experiencia, en lo que vivo en mi parroquia y en lo vivido, y por si puedo ayudar a la Iglesia y a Vd. Ahí va don Javier:
    La formacion del "personal" que constituimos los fieles católicos (que nadie se me enfade)precisa mayor paciencia que la del santo Job y mayor machaconería que la de la madre que quiere enseñar a sus hijos la necesidad de recoger sus habitaciones. La formación litúrgica debe realizarse en un proceso, siendo conscientes del nivel de desconocimiento y de relativización de su importancia en el que nos encontramos. Se precisa un método pausado, en pequeñas gotas repetidas en el transcurso del tiempo y profundizadas sin prisa pero sin pausa que horaden la indiferencia. Hojitas semanales no muy extensas, con conceptos claros expuestos de manera sencilla pero que resalten la importancia de vivir en la Liturgia el Misterio al que hemos sido llamados. Se ponen a disposición de todos los fieles que asisten a la Santa Misa dominical, depositados en un lugar visible del templo, por ejemplo una mesita, avisando que están a disposición de los fieles y la enorme importancia de su lectura. Podría reforzarse con la exposición oral del sacerdote diez minutos antes del comienzo de la celebración (dificultad: si los fieles no podemos presumir de puntalidad, cómo vamos a llegar al templo diez minutos antes; mi párroco, gran sacerdote, lo hizo un año y tiró la toalla; ventajas: poco a poco la suma de exposición oral y hojita puede despertar el interés).
    Pero hay que recapitular porque el católico es olvidadizo. Podría repasarse en retiros mensuales (sanísima costumbre); inconvenientes: siempre asistimos los mismos; la recapitulacion debería hacerse también para los que no asisten mediante un hoja resumen mensual, que podría estructurarse en forma de preguntas y respuestas porque esta forma suele ser atractiva para el ser humano y también como dice Vd en conexión con la Palabra proclamada en la Santa Misa dominical. Muchas hojas ¿verdad? pues sí pero entre las que se olvidan en el bolsillo, se dejan en la mesa de la cocina...se van a la papelera alguna será leída. No sé en otras diocesis pero en la mía la participación en retiros, grupos equipos, catequesis es escasa y siempre los mismos (y por cierto a veces los menos cuidadosos con la liturgia). La mayoría de los fieles son de Misa dominical, es esencial llegar a ellos y, además, "predicar al coro" no es tan alentador como parece, los resultados pueden ser muy decepcionantes.
    Seguimos recapitulando. Al final del año podría reunirse en un librito todo lo desarrollado en ese año, convocando a los fieles a una reunión para remacharlo (se nota demasiado que soy madre). Puede ser muy útil condensar toda la formación en un librito de preguntas y respuestas. Y cada año un nuevo curso: repasar lo anterior, avanzar y profundizar. En el colegio, década de los 60, teníamos 10 años, el librito de liturgia con preguntas y respuestas, sencillo, útil y claro, despertó en mí el amor a la liturgia (cuánto debo a mis monjas); sólo se ama bien lo que se conoce bien.

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  4. Sería estupendo que en las diócesis se realizara el plan de formación en todas las parroquias (unidad) pero no me parece que el boletín de la diócesis sea un medio adecuado de formación porque no creo que tenga la difusión necesaria.
    Y en ese plan de formacion es absolutamente necesario poner en evidencia, resaltar los errores e ignorancias más comunes. Puede parecer desagradable y poco pedagógico pero, si se hace bien, es altamente efectivo. Es frecuente que los catolicos desconozcamos nuestros errores y no seamos conscientes de lo ignorantes que somos. En otro comentario reseño los errores e ingnorancias que me parecen más frecuentes y que deberían ser machaconamente explicados una y otra vez; haciendo una analogía que no pretende ser irreverente: al católico hay que explicarle lo sagrado setenta veces siete.
    Les he preguntado a mis hijos ¿qué te gustaría que te explicara la Iglesia sobre Liturgia? Más pronto o más tarde me contestarán.
    Por cierto el blog genial como idea y como desarrollo. Me hace sentirme Iglesia.
    ¡Que Dios bendiga a los sacerdotes porque la tarea de formar a los fieles es ardua! y desde aquí mi más profundo agradecimiento.
    Invitarme a hablar por escrito es un riesgo por la extensión, simple deformación profesional

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  5. Lo que frecuentemente se ignora o en lo que se yerra, que puede encubrir otras carencias:
    - La liturgia como acción sagrada por excelencia para vivir el Misterio, vivida con todo el ser con "la sencilla majestuosidad del Nazareno": mente, cuerpo y corazón en intimidad y recogimiento para comulgar con Cristo pues solo así será posible la comunión entre nosotros. El peligro de la desacralización de las celebraciones. Esgrimir el riesgo de ritualismo es una excusa barata porque no es lo mismo ritualismo que ritual. El ritual es un código, lenguaje, compartido que hace fluida la oración liturgica que es la oración de la Iglesia no de nuestros sentimientos. La liturgia es un tesoro compartido lleno de símbolos y significados que si se pierden la convierten en mera escenografía, porque no todo da igual.
    - El templo y, en él, el altar y el Sagrario.La presencial Real de Cristo.
    - La Santa Misa, que no es un acto más de piedad sino Misterio y Sacramento, Memorial, Presencia y Promesa, lo visible y lo invisible, anuncio, doctrina y mística; oración eclesial comunitaria recibida de la Iglesia y ofrecida por la Iglesia, valor infinito del sacrificio expiatorio que revela la seriedad del pecado y del Amor, del sacerdocio de Cristo.
    - La Palabra. La Gran Palabra de la Santa Misa es Jesús porque es la que salva. La Palabra y no quien la proclama es la protagonista de la Liturgia de la Palabra. El Antiguo Testamento no es arqueología, es nuestra Historia, y es la Historia de Cristo.
    - Qué significa participar. Lenguaje, gestos, posturas, silencio, todo el ser se implica. Escuchar y responder de forma común, posturas comunes. Cortesía y reverencia con el Señor (los mártires murieron y mueren por Él).
    - La Comunión, ¿a dónde vas cuando empujas en la fila para recibir la comunión? La dimensión social de la Eucaristía no equivale a hacer cuchi-pandi con los demás fieles.
    - Si admite peticiones, una muy sentida por mí: la paz que damos y deseamos al que está al lado no es la nuestra, es la de Cristo.
    - La parroquia en la liturgia. Recuperar el sentido sacramental del cristianismo es decisivo para el futuro de la parroquia.
    Otros contenidos: vestiduras sagradas, su significado y colores; el sacerdocio, el diaconado y otros ministerios; la presencia de María en la liturgia; clases de culto, en especial el culto al Santísimo Sacramento, el incienso; la Misa por los difuntos, su significado; la confesión, la importancia social del pecado (anque pagues el salario justo y declares a Hacienda) y del perdón; la liturgia de las Horas; las celebraciones, solemnidades, octavas, fiestas, memorias y ferias, preeminencia de celebraciones y sobre todo el domingo.
    Fundamental las catequesis de niños y jóvenes: lo que se ama desde los primeros años se ama cada vez más.
    La formación de los que acuden a la Iglesia de forma ocasional para bautizo, boda... es bastante más compleja.
    Y poner el plan de formación bajo la protección de nuestra Señora, y revestirse de muchísima paciencia porque con frecuencia los fieles católicos parecemos niños malcriados y perezosos que creen saberlo todo. Y, se da por supuesto, el sacerdote el primero, dando ejemplo, al frente en la batalla.
    Si ha leído mis comentarios, gracias por su paciencia.
    ¡Qué Dios, en su infinita bondad, les bendiga!

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  6. NIP y Miserere:

    Me parece que esta catequesis, con todos los matices que ofrece, es necesaria porque se ha creado una confusión en los términos y se habla igual de "hermenéutica de la discontinuidad" (expresión del Papa) que de "hermenéutica de la continuidad" (que no lo dijo el Papa), sino de "hermenéutica de la reforma" y sigue: "en la continuidad del único sujeto-Iglesia".

    Las consecuencias son enormes.

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  7. Julia María:

    Largo pliego de descargo (je,je).

    Viene bien todo lo que escribe. Sólo veo demasiadas hojas, demasiados papeles: ¡cada semana!. Pese a lo cual le confieso que yo soy mucho del papel (folletos, trípticos y dípticos): algo queda siempre.

    Mil gracias.

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  8. Es muy interesante lo que usted comenta en este articulo Don Javier, recientemente he encontrado este espacion y me ha parecido por demas interesantes cada uno de sus temas.

    En hora buena por tan magnifico blog

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