sábado, 2 de noviembre de 2024

La vestición (Ritos y gestos - XIII), y 2ª parte



La vestición en la profesión religiosa

            Muertos al mundo, consagrados para Dios, sólo para Dios: el religioso, a semejanza del bautismo que lleva a plenitud, se despoja de su ropa para recibir el hábito religioso.


            Ya san Benito habla de la vestición al profesar un nuevo hermano: “Después en el oratorio, sáquenle las ropas suyas que tiene puestas, y vístanlo con las del monasterio” (RB 58,26).

            Algún tiempo después de S. Benito se hizo frecuente la vestición del hábito religioso, bendiciéndolo y entregándolo con alguna fórmula ritual.

            Esto es lo normal en la vida consagrada, por lo expresivo de despojarse de lo anterior y empezar una nueva vida de consagración a Dios absoluta. El hábito es un signo poderoso y elocuente “de vida consagrada” (Perfectaecaritatis, 17).

            El Ritual de la profesión religiosa (que es un ritual-marco para que se inspire en él los rituales de las distintas Familias religiosas) señala que el hábito se recibe al terminar el noviciado y realizar la profesión temporal, “pues según una antiquísima costumbre, el hábito se entrega al acabar el tiempo de prueba, ya que el hábito es signo de vida consagrada” (RPR 5).