En Internet existen ya páginas
variadísimas en el ámbito católico. La Iglesia, y los católicos en cuanto tales, han ido
asumiendo el reto de la presencia en la red, de la aportación específica y de
la evangelización sin hacerse de rogar.
Se podrían clasificar en seis grandes grupos el tipo de
páginas y de presencia católica en la red que nos permitirán una visión
panorámica de su variedad.
1) El primer apartado sería el de la documentación. Se
puede hallar en Internet toda la patrística, las obras de todos los Padres de la Iglesia, todo el
Magisterio pontificio, obras completas de santos, doctores de la Iglesia y autores
espirituales, así como, por supuesto la Biblia, pero también textos litúrgicos, el Misal,
la Liturgia
de las Horas, liturgias de otros ritos, etc. Es una inmensa biblioteca digital
de fuentes y patrimonio, donde prácticamente todo se puede encontrar,
facilitando la investigación al estudioso o la formación de quien intente
crecer en la comprensión del misterio cristiano.
2) Internet es un medio que se caracteriza por la rapidez
y por tanto el más accesible modo de estar informado de la actualidad.
Cualquier noticia aparece en Internet a los pocos minutos de producirse. La
vida de la Iglesia
está cada vez más presente: revistas católicas, agencias de información
católicas, páginas religiosas de actualidad, favorecen la vida de la Iglesia en todo el mundo,
informarse de su situación, de sus retos, de sus acciones evangelizadoras,
creciendo en catolicidad. Todo aparece en Internet con lo que también lo malo o
lo escandaloso sale a la luz, al igual que las muchas y buenas acciones
pastorales de cualquier parte del mundo. El mayor o menor éxito de este tipo de
páginas radicará en su actualización constante o frecuente o en la lentitud al
renovarse.
3) Un tercer grupo serán las páginas de opinión y blogs
personales. Al modo de los artículos de opinión y las cartas al director de
cualquier periódico, revista o medio impreso, en Internet de forma asociada en
revistas y portales católicos, o de modo individual haciendo una página o blog
personal, el campo de la opinión católica es inmenso y en constante
crecimiento, hasta tal punto, que con el tiempo cada lector suele hacerse un
grupo concreto de “Favoritos” a los que acudir ya que es imposible estar al día
de todo, conocer todo, consultar tantísimas páginas. Éstas son páginas que
presentan artículos de opinión, de relectura de la actualidad, de
interpretación de lo eclesial. La gran ventaja de este tipo de páginas y blogs
es la posibilidad de que cualquier lector puede dejar un “comentario” al
artículo, y entre los comentaristas y el autor se puede lograr una interacción
de diálogo, de intercambio, de matices.
Este fenómeno conlleva algo muy
positivo: personas con formación sólida, que a veces se ven muy perdidas entre la
confusión de la secularización interna de la Iglesia, se encuentran de pronto que tienen voz
en estas páginas y que además muchas más personas sintonizan con él, que no
todo está tan perdido en el bosque de la secularización sino que también se
hallan pequeños brotes de esperanza; se entabla una afinidad espiritual entre
el “blogger” que escribe con los comentaristas y entre éstos entre sí; no se
conocerán personalmente, tal vez ni firmarán con su verdadero nombre sino con
un pseudónimo (o “nick”), pero hay una extensión de la comunión eclesial entre
estas páginas y blogs. Son una verdadera y novedosa expresión de la catolicidad
de la Iglesia.
4) Las páginas oficiales de instituciones. Existen en tan
gran número como numerosas son las realidades de la Iglesia. Son páginas
oficiales, por tanto, no entran en ellas la subjetividad o la opinión de quien
lleve la página o sea su responsable, sino que muestra la realidad objetiva, el
carisma, documentos, noticias y proyectos. Son páginas del episcopado, de cada diócesis,
de Órdenes y Congregaciones religiosas, de Monasterios, parroquias,
comunidades, movimientos, asociaciones laicales, apostolado seglar, cofradías y
hermandades, centros católicos de acogida, orientación familiar, Seminarios y
Facultades, etc. Quien se acerca a ellas descubre el rostro vivo y joven de la Iglesia, tan alejado de
las caricaturas y deformaciones que circulan sobre la Iglesia desde el
prejuicio, la ignorancia o la condena visceral. Es una presencia testimonial
inmensa de la Iglesia,
tal cual es y vive, en la red de Internet. El reto de este tipo de páginas es
actualizarse constantemente y superar la mera presentación de la institución y
los datos para ser una página viva.
5) En Internet se ha producido un fenómeno interesante y
nuevo que tal vez pueda crecer y llegar a tener repercusión inmediata: la
participación del católico en la vida civil, política y social. Sustituyendo la
partitocracia reinante y el pensamiento único –lo políticamente correcto-
surgen movimientos ciudadanos católicos a través de Internet. Con sólidos
principios de doctrina social católica, se convierten en una voz crítica: para
ello impulsa campañas para enviar emails de protesta o de petición a diputados,
presidentes autonómicos o al mismo Gobierno permitiendo un cauce de expresión y
movilización por encima de los partidos políticos que, realmente, silencian
todo. Estas páginas despiertan la conciencia social católica aglutinando el
sentir de los católicos y uniéndolos en una acción conjunta. Esta realidad
emergente, a medio plazo, tal vez pueda ayudar a la participación más intensa y
activa del católico en la vida pública, según su vocación secular, orientado
por la doctrina social de la
Iglesia.
6) Las redes sociales –Twitter, Facebook, etc.- han
cobrado una importancia grande como medio de comunicación. Han sustituido otros
cauces como mensajes al móvil o correos electrónicos para entablar una
comunicación o conversación casi inmediata: ahí se comparten mensajes, agendas,
se comunican eventos o citas, se muestran las fotos propias a los amigos que
uno ha admitido en su “perfil” (o página) previamente, amigos en sentido estricto
o en sentido amplísimo que se pueden encontrar en una de estas redes sociales.
Uno se puede inscribir en estas redes sociales como persona física o como
página igualmente de una institución eclesial, grupo cristiano o asociación, de
lo más variado.
En estas redes sociales hay dos datos destacables en el
tema que nos afecta.
a) En el “perfil” de cada persona, es decir, los datos
que uno inscribe y que ven quienes uno admite como amigos, aparece en muchos
casos, abiertamente, que en “creencias religiosas” uno escribe “católico” y así
aparece ante todos sin ocultar o disimular la fe, e incluso esa adscripción
como “católico” es una puerta abierta para entablar amistad con otros católicos
en la red de todos los continentes. Otros, ciertamente, al ser una red social
muy informal, de trato con amigos, omiten el dato de ser “católico” para no
desentonar.
b) Un segundo dato de estas redes sociales es la
posibilidad de crear “grupos”, páginas para que otros se inscriban en función
de intereses comunes, afinidades o sensibilidad. Los “grupos” católicos de
estas redes son vivísimos e incluso con cierto tono de simpatía: “Fans de
Benedicto XVI”, “Amigos del Papa”, “Año sacerdotal”, “Editoriales católicas”,
“Jóvenes por el Rosario”, “Pro-Vida”, “Sí al crucifijo”, “Voy a Misa porque lo
necesito”, “Orgulloso de ser católico”...
En estos grupos, los católicos se pueden encontrar,
reconocerse, apoyarse, animarse, cuando a veces se sienten perdidos en medio
del anonimato social o débilmente arropados en sus parroquias o comunidades si
tienen inquietudes y buscan modos de expresarse. Estas redes sociales, con
estos “grupos”, van generando una presencia de Iglesia que por un lado da
testimonio ante los que no creen y participan de este mundo cibernético, siendo
testimonio de fe en Jesucristo y de incorporación viva y activa en la Iglesia que no es ni mucho
menos una institución vacía y agonizante al modo en que la presentan los medios
de comunicación “oficiales” que siguen el pensamiento políticamente correcto y
los paradigmas culturales aceptados por consenso social (en realidad,
impuestos); por otra parte, permite que la fraternidad católica crezca
fortaleciendo la conciencia e identidad católicas al ver que no somos ni tan
pocos ni tan extraños.
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