LECTURA TEOLÓGICA DE LA NUBE
EN OTROS TEXTOS DEL SACERDOTAL.
Sería imposible en este trabajo, hacer un análisis
exhaustivo de todos los pasajes paralelos a Ex 40,34-38 o que presenten
semejanzas indirectas o alusiones. Vamos a ceñirnos a un análisis muy somero, destacando
sólo el teologúmeno fundamental: El Señor, por medio de la nube, manifiesta
su gloria y su poder en medio del pueblo, y conduce a su pueblo hacia la tierra
prometida. Con esta perspectiva vamos a ir abordando estos textos paralelos
del sacerdotal, siendo conscientes de lo mucho que se nos puede quedar en el
tintero.
Un texto semejante, casi una repetición de Ex 40,34-38, es
Nm 9,15-23. Dominan, igualmente, dos ideas fundamentales, ya vistas en el
análisis de Ex 40,34ss: el Señor que está en medio de su pueblo llenando la
tienda del testimonio (cfr. Nm 9,15b), y también la presencia de Dios que
camina con su pueblo, guiando su marcha e indicando cuándo deben partir y
cuándo deben asentarse. Es una fe consoladora, porque caminan con la certeza de
que el Señor no abandona a su pueblo peregrino.
Son plenamente conscientes de
la presencia del Señor en medio de ellos hasta el punto de describir casi
anécdotas: "a
veces la nube permanecía sobre la morada sólo durante unos días; en cualquier
caso los israelitas permanecían acampados o se ponían en movimiento según lo
que mandaba el Señor" (Nm 9,20). Es una fe cierta en la presencia
del Señor. Fijémonos ahora en la tienda que la nube cubre, según este pasaje.
Para ello, vamos a remitirnos al Comentario Bíblico S. Jerónimo:
El documento P prefiere el
nombre de morada (miskan) para designar el tabernáculo. La presencia designaba
originariamente la tienda del nómada. Así, P expresaba la fe en la presencia de
Dios tanto en la tierra como en el cielo. La teología del miskan ponía las
bases para la posterior teología judía de la sekinah, que se refleja en Jn
1,14. Desde la tarde hasta la mañana toma el aspecto de fuego[1]:
Durante el día era una nube, mientras que por la noche resplandecía,
actuando como la columna de fuego (de la tradición J) que había guiado a los
israelitas en su marcha por el desierto. La nube dirigía ahora los movimientos
del pueblo: cuando descendía, se acampaba; cuando ascendía de la tienda, se
proseguía la marcha. Esto da la impresión de una comunidad bajo la guía
constante de su Dios[2].
El libro de los Números que narra la marcha por el desierto,
como continuación de Éxodo, hasta llegar a las puertas de la tierra prometida,
pone cómo el Señor durante todo el tiempo de su marcha los guió por medio de la
nube convirtiéndose en guía providente y presencia consoladora: "¡el Señor
está con nosotros!". Junto a esto, destacar, según veíamos en la cita
anterior, la miskan como tienda y el inicio de una teología de la sekinah que
tendrá una importancia decisiva para nosotros al analizar la anunciación del
Señor. Dejamos la cuestión abierta por ahora. Sólo insistir en la misma y
literal repetición de ideas de los dos pasajes paralelos del sacerdotal, hasta
ahora analizados.
La nube tiene, pues, dos funciones, dos lecturas teológicas
fundamentales: la nube manifiesta la gloria y majestad del Señor que en un
signo visible, la tienda (miskan), está en medio de su pueblo. Así, el mismo
sacerdotal pone en boca del Señor, en un texto de Lv cómo el Señor se
manifiesta con gloria y majestad por medio de la nube: "Di a tu hermano Aarón
que no debe entrar en cualquier fecha al otro lado del velo, donde se encuentra
la plancha de oro que está sobre el arca, no sea que muera, pues yo me muestro
en la nube sobre la plancha de oro" (Lv 16,2).
Volviendo
al texto de Nm vemos ahí en la nube una presencia clara y determinante del
Señor para su pueblo. La otra lectura teológica que queremos resaltar no es
otra que ver cómo el Señor conduce a su pueblo, como se muestra providente,
allanando el camino de Israel peregrino, indicándole cuándo y por dónde deben
avanzar en su larga marcha por el desierto. El Señor no los abandona. Es la fe
profunda y la convicción que da sentido al peregrinar de este pueblo errante
por el desierto en busca de la tierra de promisión, la tierra que el Señor les
va a dar para que sean libres y sean el pueblo del Señor.
"El
día veinte del segundo mes del año segundo, se levantó la nube sobre la tienda
del testimonio, y los israelitas partieron ordenadamente del desierto de Sinaí
hacia el desierto de Farán, donde se detuvo la nube" (Nm
10,11-12). Este texto de P en el mismo libro de Números refleja la obediencia
de los israelitas al camino que la nube les va trazando. Ésta al levantarse
provoca inmediatamente el traslado del campamento israelita y un nuevo avance
por el desierto. Confirma así lo que veíamos antes en el anterior texto de Nm:
el Señor guía a su pueblo por el desierto. Por eso cuando la nube se detiene el
pueblo se asienta en un nuevo lugar. Dios va dirigiendo el camino de su pueblo
como un Dios providente, y el pueblo obedece al mandato divino. Es un enfoque
precioso de la bondad de nuestro Dios que no sólo libera a su pueblo de la
esclavitud de Egipto, sino que también va allanando sus senderos.
En este mismo libro de los Números, la nube, siguiendo al
redactor sacerdotal, expresa el aspecto de la gloria del Señor, hecha presencia
en medio de su pueblo. Dice el texto: "Como la asamblea estaba amotinada
contra ellos, Moisés y Aarón fueron a la tienda del encuentro. La nube la
cubrió y se manifestó la gloria del Señor" (Nm 17,7).
La gloria
del Señor es el vehículo concreto, el signo real, por el cual los israelitas
pueden reconocer la actuación del Señor y su presencia. Unas veces hemos visto
identificada la nube con la gloria del Señor, otras, como en este caso, es el
vehículo por el cual la gloria del Señor se hace presente en esta nueva
teofanía. Y la nube, más concretamente, quiere manifestar el poder del Señor.
La gloria es tomada aquí bajo el significado teológico de poder y fuerza del
Señor. Esto se entiende viendo todo el pasaje (Nm 17,6-15): el motín del pueblo
contra los elegidos del Señor hace que éste despliega su fuerza y poder para
ratificar su presencia y señorío sobre el pueblo que, al rechazar a Moisés y
Aarón, están rechazando al mismo Señor. De tal forma que esta manifestación
viene a reafirmar que el Señor es el único Dios.
Es pues, un nuevo
significado de la nube y de la gloria del Señor: su poder, su brazo
poderoso.
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