17. “La Verdad os hará libres”.
Libres nos quiere el Señor desde la
Verdad de nuestra miseria y de su riqueza, de su misericordia
y bondad. Libres, de todo miedo, toda angustia, todo temor. Libres, volando en
santidad. Esa libertad de espíritu en el Señor, esa paz, sin el espíritu
encogido, da felicidad, “lágrimas” pero de amor, paz, santidad.
18. Cuando
estés cansado, muy cansado, y sea hora del Oficio divino, pon tu pobre corazón
cansado en lo que cantes, aunque no te salga la voz. Dios mira el amor del
corazón al cantar la Liturgia,
no la voz, ni siquiera mira nuestras distracciones involuntarias. La Liturgia de las Horas,
bien vivida, es tu mejor descanso. ¡Ama la Liturgia de las Horas, el canto, las
inclinaciones, los silencios!
20. El
Señor nos ha llamado para Él, y su gracia nos va transformando en el mismo
Cristo, Cristo en nosotros. ¡Creados para ser santos!
21. Hay
posibilidad de cambiar, de crecer. Tenemos muchos recursos humanos y
espirituales que la gracia de Dios ponen en situación de respuesta.
22. Todo
el bien para el crecimiento de la vida espiritual está en el conocimiento
propio, entrar en lo interior y a solas con uno mismo, conocerse como Dios nos
conoce.
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