Para
la participación verdadera en la liturgia, que nunca se identifica con
“intervenir” y “que todos hagan algo”, se requiere un conocimiento de la misma
liturgia que nos lleve a orar, responder, cantar, escuchar y ofrecernos. Así,
para una auténtica participación según la mente de la Iglesia, la Constitución
Sacrosanctum Concilium establecía:
“La Iglesia, con solícito
cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como
extraños y mudos espectadores, sino que, comprendiéndolo bien a través de los
ritos y oraciones, participen…” (SC 48).
¿Tan
importante es la liturgia? ¿No son sólo ceremonias, ritos? La liturgia no es un
cúmulo de ceremonias, sino la oración misma de la Iglesia, el culto
espiritual y santo. Sus textos litúrgicos, sus lecturas, sus cantos, etc., van
impregnando el alma poco a poco si se sabe recibirlos y asimilarlos, de manera
que la liturgia es la gran maestra y educadora de la fe: “es la fuente primaria
y necesaria de donde han de beber los fieles el espíritu verdaderamente
cristiano” (SC 14).
Los
obispos y sacerdotes, junto con los diáconos, y también los catequistas de
niños, jóvenes y adultos, deberán introducir en el misterio de la liturgia
mediante una educación paciente para que la sepan todos vivir:
“Los pastores de almas fomenten con diligencia y paciencia la educación
litúrgica y la participación activa de los fieles, interna y externa, conforme
a su edad, condición, género de vida y grado de cultura religiosa, cumpliendo
así una de las funciones principales del fiel dispensador de los misterios de
Dios y, en este punto, guíen a su rebaño no sólo de palabra, sino también con
el ejemplo” (SC 19).
La
gran plegaria eucarística es el centro de la celebración de la Misa; pieza fundamental,
bellamente elaborada, dirigida a Dios y no a los asistentes, donde los fieles
intervienen en algunos momentos (diálogo inicial, el Sanctus, la aclamación
tras la consagración y el solemne “Amén” final). Debe ser escuchada con
silencio reverente cuando es pronunciada, conscientes todos de lo que el
sacerdote está rezando a Dios. Por eso, la catequesis debe mostrar la
importancia de la plegaria eucarística, iluminar a todos con la enseñanza:
“Los pastores guíen a los fieles con una catequesis apta a la plena
inteligencia de este misterio de fe, la cual debe iniciarse por los misterios
del año litúrgico y por los ritos y oraciones de la celebración, para
esclarecerles el sentido de los mismos, sobre
todo el de la gran oración eucarística, y conducirlos a la percepción
íntima del misterio que tales ritos significan y realizan” (Instrucción
“Eucharisticum mysterium”, n. 15).
En
la plegaria eucarística, con su estructura clara, sus afirmaciones, etc., se
contiene la fe de la Iglesia
y la actuación de Dios mismo. Merece ser leída en privado, en la oración
personal y en el estudio, asimilarla, sacarle fruto. Son varios los formularios
habituales:
* la plegaria
eucarística I o Canon romano, II y III;
* la plegaria
eucarística IV forma un todo con su prefacio y por eso se usa menos;
* para las
Misas por diversas necesidades (p.e. “por la Iglesia”, “por los enfermos”, “por la paz y la
justicia”…) se puede emplear la plegaria eucarística V con sus cuatro variantes
(V/a, V/b, V/c y V/d).
* En tiempo
penitencial y en Cuaresma están dos plegarias eucarísticas que se deben usar
con su prefacio propio: Plegaria eucarística sobre la Reconciliación I
y II,
* así como
tres plegarias eucarísticas para la
Misa con niños.
La
mera recitación durante la Misa
tal vez no permita descubrir todos los matices de sus frases, su contenido,
sobre todo si se realiza apresuradamente o si los fieles se distraen pensando
que esa larga plegaria es exclusiva del sacerdote, en vez de entender que es el
sacerdote quien la pronuncia en nombre de todos, en nombre de la Iglesia.
La
participación en la liturgia requiere que asimilemos y conozcamos los textos
litúrgicos, orantes, de la
Iglesia y los empleemos para nuestra formación así como
también para nuestra oración personal y meditación. Entonces nos iremos
formando mejor en esta gran escuela de vida cristiana que es la liturgia y,
asimismo, iremos participando cada vez mejor en las celebraciones litúrgicas de
la Iglesia.
Javier Sánchez
Martínez, pbro.
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