Dos momentos de silencio se
prescriben en los ritos iniciales de la
Misa, ambos diferentes en su sentido.
El
acto penitencial comienza con una invitación del sacerdote a reconocer los
pecados ante Dios para celebrar los sagrados misterios, tras lo cual se dejan
unos momentos de silencio: "Después el sacerdote invita al acto
penitencial que, tras una breve pausa de silencio, se lleva a cabo por medio de
la fórmula de la confesión general de toda la comunidad, y se concluye con la
absolución del sacerdote que, no obstante, carece de la eficacia del sacramento
de la Penitencia"
(IGMR 51).
En el acto
penitencial, el recogimiento se vuelve una humilde súplica de perdón y de
reconocimiento de la propia debilidad, para después, en común, pedir perdón al
Señor.
El
segundo momento de silencio, igualmente de unos momentos, reposado, y no
omitido, es tras el “Oremos” de la oración colecta. Se requiere que sea de
verdad una pausa:
"En seguida, el sacerdote invita al pueblo a orar, y todos, juntamente con el sacerdote, guardan un momento de silencio para hacerse conscientes de que están en la presencia de Dios y puedan formular en su espíritu sus deseos. Entonces el sacerdote dice la oración que suele llamarse “colecta” y por la cual se expresa el carácter de la celebración" (IGMR 54).